La pesca, sus secuelas y la captura y liberación

Pelayo Melón

OPINIÓN

Suelta de un salmón en el Narcea
Suelta de un salmón en el Narcea

06 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La pesca con caña y sedal siempre representa un riesgo para el bienestar de los peces sometidos a dicha acción. Independientemente de que los ejemplares resulten enganchados y escapados, sacados de su medio y sacrificados, o capturados y luego liberados.

La captura y liberación no es un concepto nuevo en el manejo de la pesca y entre la mayoría de administraciones y pescadores, existe la presunción de que los peces devueltos al medio resultan ilesos y podrán sobrevivir. Sin embargo, un número variable de ejemplares capturados y liberados por los pescadores pueden estar sujetos a mortandad por varias razones. Las causas principales son el estrés (por ejemplo temperatura del agua elevada y exposición al aire) y las lesiones físicas (causadas por la acción de pesca y el manejo), que asociados con una variedad de factores (calidad aguas, especie, temperatura ambiental, etc.) pueden aumentar exponencialmente la mortandad. Dado que los eventos de captura y liberación implican someter a los peces a estrés significativo y otras perturbaciones, es probable que la salud y el bienestar de los mismos se vean afectados.

Estrés, se puede definir por estrés una condición en la cual un animal es desafiado por una amenaza (ambiental o conducta) y no puede mantener un estado fisiológico normal. Existe una gran cantidad de trabajos basados en el estudio del estrés en los peces, algunos de ellos apuntan que el mismo puede conducir a efectos secundarios como el deterioro de la función inmune, fallo reproductivo, anorexia y disminución del crecimiento (Wendelaar Bonga, 1997). De los estudios de captura y liberación, parece que muchos peces se recuperan rápidamente del estrés, es decir, dentro de las cuatro horas (por ejemplo, Suski et al. 2007) y esta breve respuesta al estrés ayudará a que los peces vuelvan a su función normal. Sin embargo, la mortalidad se ha registrado en algunos estudios donde se relacionó con la lucha o el tiempo de exposición al aire (Meka y McCormick, 2005; Danylchuk et al., 2007). La temperatura del agua parece ser un factor muy importante que influye en la supervivencia de los peces liberados previa captura. Los niveles de oxigeno disueltos en el agua disminuyen con el aumento de temperatura, la disponibilidad de oxígeno es un factor importantísimo para que los peces puedan recuperarse del estrés y la reducción de los niveles del mismo puede ser la razón de una recuperación reducida para pescado liberado a temperaturas altas.

Lesiones asociadas a los eventos de captura y liberación pueden ocurrir en primer lugar como daños físicos en las partes de la boca, o como perdida de escama y daño epidérmico relacionado con el manejo y contacto físico. Los daños en la boca suelen ocurrir regularmente en las zonas donde se practica la captura y liberación. Por ejemplo, en 2004 en un estudio realizado en un tramo del río Alagnak (Alaska) se descubrió que el 30% de las truchas muestreadas tenían al menos una cicatriz consistente, lo más común observado fueron desgarros, dislocación o pérdida de maxilar tanto en mandíbulas como en ojos en el 10% del pescado. También se pueden producir daños en las branquias, especialmente si el pez resulta enganchado en esa zona o ante una  mala manipulación durante el evento de liberación. Una epidermis y capa de moco intactas es muy importante para la optima capacidad osmótica del pez. La piel de los peces suele estar cubierta por escamas y moco de espesor variable, una de las infecciones más típicas después del manejo de los ejemplares derivada de la perdida de mucosa, escamas o lesiones en la capa epidérmica es la saprolegnia (patógeno fúngico oportunista ubicado en el ámbito acuático que tiene la importante función de descomponer el material orgánico muerto en el agua).

Posibles efectos de captura y liberación en salmónidos anádromos (salmón del Atlántico). La mortalidad relacionada con la captura y suelta en estudios centrados sobre el salmón del Atlántico ha sido muy variable, oscilando entre 0 y 40%. Sin tener en cuenta un trabajo realizado que informo de un 80% de mortalidad sobre 5 ejemplares muestreados, los mismos habían sido equipados quirúrgicamente con transmisores que podían haber agregado considerables niveles de estrés. En general, el resto de estudios exponen que las tasas de mortalidad fueron bajas (0-6%) cuando la temperatura del agua estaba por debajo de 17 o 18°c, con temperaturas superiores a 18°c las tasas de mortalidad aumentan y se pronostica que superaran el 20% de 20°c hacía arriba. En un trabajo realizado en 1996 la mortalidad fue del 0% a 6°c y del 40% a 22°c (Wilkie et al.). El número de estudios confiables realizados bajo condiciones naturales en aguas con elevada temperatura son pocos y para poder determinar niveles fiables de mortalidad deben realizarse más estudios, así lo manifiestan varios trabajos centrados en los riesgos asociados con la captura y liberación.

Otros factores, como la zona de enganchado, resistencia y tamaño del ejemplar, pueden causar heridas profundas con graves secuelas asociadas. La exposición al aire es dañina y potencialmente letal para todos los peces salmónidos (Thorsdtad et al. 2003a, 2003b). Los efectos de la exposición al aire depende de numerosos factores como temperatura del agua, calidad de agua, tiempo de recuperación, manejo humano, tiempo de retención, condiciones climáticas y tamaño de los ejemplares. Además, se han registrado niveles más altos de mortalidad para el salmón que lleva poco tiempo en agua dulce en comparación con otros ejemplares que hayan experimentado una estancia mas prolongada en el ecosistema fluvial (Brobbel et al. 1996). Esto indica que la vulnerabilidad a la captura y liberación y el manejo asociado puede oscilar dependiendo de la etapa de migración y estado del pez. El grosor de la piel de los salmónidos puede variar considerablemente y generalmente es más grueso en la época de desove que en peces sexualmente inmaduros (Ferguson 2006).

El salmón del Atlántico no se alimenta en su segunda etapa fluvial y sus reservas de energía son utilizadas para su mantenimiento corporal, crecimiento de gónadas y migración (Jonsson et al. 1997). Cómo puede afectar la captura y liberación en la producción de gametos, desove y descendencia no esta bien documentado. Existen pocos estudios al respecto en lo referente al salmón del Atlántico, desde varias administraciones ven necesario la realización de más estudios para poder obtener conclusiones sobre esta cuestión. Desde Asturias podríamos aportar unos datos de importante valor al respecto, si se realizara un estudio científico paralelo al proyecto Arca. Con este trabajo se podría aclarar en parte, si los eventos de captura y liberación pueden afectar a la capacidad reproductiva de los ejemplares y los posibles efectos secundarios sobre su descendencia. Sin embargo, se debe tener en cuenta que los ejemplares utilizados se encuentran en condiciones controladas después del evento de captura (cosa que en el ámbito natural no ocurriría) y que los resultados servirían para hacernos una idea aproximada dentro de nuestros ecosistemas, no serian extrapolables a otros lugares con condiciones más favorables para el ciclo vital de la especie. Solo seviran como referencia para ecosistemas con rangos de temperatura del agua similares, no podemos olvidar que nuestras poblaciones son las más meridionales del Arco Atlántico.