Volverán, si los dejamos vivir

Lino Vázquez Velasco REDACCIÓN

OPINIÓN

El estudio revela que los salmones se alimentan menos en el mar y regresan antes a los ríos para desovar, como este liberado en un río asturiano (foto de archivo)
El estudio revela que los salmones se alimentan menos en el mar y regresan antes a los ríos para desovar, como este liberado en un río asturiano (foto de archivo)

08 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Debemos saludar con satisfacción el artículo publicado por Pelayo Melón en este diario sobre los efectos de la «captura y liberación» en la supervivencia de los salmones y el impacto que esta práctica pueda tener sobre las capacidades, de los ejemplares supervivientes, sometidos al inevitable estrés que el procedimiento produce. Todos los trabajos de revisión bibliográfica pueden ser reescritos con las mismas fuentes y, quizá, alguna otra adicional, para matizar o reconducir la impresión que deja el primero, pero no es el caso. El trabajo del señor Melón es equilibrado y está bien documentado y cualquier vía para difundir el conocimiento disponible, en este pasional mundo de la pesca, debe verse con aplauso.

Si hiciéramos un meta-análisis de la literatura científica disponible, no lo hemos hecho, parece claro que, con mayor o menor fortaleza de evidencia (toda la literatura es redundante en esos puntos, independientemente de la potencia de los estudios), podría concluirse que la mortalidad está fuertemente ligada al tipo de señuelo y al sitio donde se prende, al barotrauma, al tiempo de «pelea», al manejo una vez llevado a tierra y a una correcta rehabilitación en la suelta y con una fuerte evidencia por nadie discutida, a la temperatura del agua en su relación directa con el contenido de oxígeno y la facilitación de determinadas infecciones fúngicas. También el meta-análisis nos mostraría que, en un entorno adecuado de buenas prácticas, la supervivencia demostrada es abrumadoramente mayoritaria.

Derek Mills, una de las mayores autoridades académicas en el estudio de los salmónidos y con amplísima experiencia en la gestión de pesquerías, explica en su reciente libro Salmón y Ciencia que «un manejo delicado durante la captura y mantenerlo en el agua mientras se examina y/o se fotografía es la práctica mas segura para garantizar la subsiguiente supervivencia del pez».

La cuestión entonces es: ¿Será mejor para nuestras deterioradas poblaciones de salmón ignorar este conocimiento y ponernos en favor de la captura y sacrificio sin paliativos? Parece obvio que la respuesta debe ser no. Esto ya está claro en casi todos los países con salmón atlántico.

País de Gales, con una tasa «voluntaria» de captura y suelta superior al 80%, lo impondrá por ley a partir de enero de 2020. La Federación del Salmón Atlántico, que gestiona los ríos de la costa este de Canadá, lo recomienda intensamente en todo su ámbito donde no está obligado por ley. La NASCO lo recomienda sin paliativos como herramienta de gestión de la pesca deportiva. Irlanda, que implantó hace años la metodología de «Límite mínimo de conservación» tiene el 40% de sus ríos abiertos a la pesca en régimen exclusivo de «C&R». Ríos emblemáticos de Escocia cuya gestión está en manos de trust de propietarios lo adoptaron voluntariamente ya hace años. La legislación noruega, aún con una normativa más restrictiva que la asturiana, permite el sacrificio de salmones, pero ríos excelsos como el Gaula o el Orkla tienen decenas de kilómetros donde sus propietarios o asociaciones de pescadores obligan a la práctica de «C&R» con objetivo 100%. Finalmente, ríos de Islandia o Rusia, donde pescar cuesta una «pequeña fortuna» obligan al 100% de devoluciones del pez vivo al río.

Es cierto que nuestros ríos son diferentes. Usualmente mas cortos, mas calientes y con unos caudales cada vez mas comprometidos. La gestión de la temporada debe hacerse «en tiempo real» como, por otra parte, prevé la ley de pesca y si en un determinado momento no se dan las condiciones para la pesca de captura y suelta, tampoco se darán para la captura y sacrificio. En este sentido, así se determina en la Orden Foral de Vedas de Navarra, por ejemplo, o se aplicó en Noruega en el cálido Julio de 2018 y 2019.

El mítico pescador y divulgador Hugh Falkus, escribió que la captura y suelta convertía a la pesca del salmón en un juego y al pez en un juguete y decidió no pescar mas salmones que aquellos que pudiera comer. Como el tema de la comida probablemente hoy lo tenemos resuelto, si tenemos otras razones para pescar y no queremos ignorar la crisis global y local que sufre el salmón y el daño que en este momento la pesca con caña puede hacer en nuestro medio, no hay otra salida que apostar por la captura y liberación, eso sí, exquisitamente practicadas.