La irresponsabilidad de Rivera

M.ª Carmen González Castro
M.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

Mariscal | Efe

13 nov 2019 . Actualizado a las 09:26 h.

Ciudadanos tuvo en su mano formar un gobierno estable con el PSOE que sumaba 180 diputados, una cifra que tras los resultados del 10-N parece ciencia ficción. Albert Rivera ni siquiera se molestó en reunirse con Sánchez. El líder de Cs no se percató de que su gran mérito había sido lograr sacudirse la etiqueta de oportunista por investir con pocos meses de diferencia a la socialista Susana Díaz en Andalucía y a Mariano Rajoy en el Congreso y pasar a ser percibido como un partido capaz de pactar a derecha y a izquierda, pero especialmente con la cordura suficiente para echarse a los hombros la responsabilidad de sacar una investidura adelante si el país lo necesitaba.

Pero Rivera no lo vio. Ni cuando cuatro millones de españoles le votaron, ni cuando le salían las cuentas que lo podían convertir en un vicepresidente que anclase al PSOE al centro y lo alejase de los populistas de Podemos pero, sobre todo, impidiera a los socialistas tener que pagar peaje alguno a los independentistas catalanes. Ni cuando pesos pesados del partido, como Toni Roldán o uno de los fundadores, Francesc de Carreras, empezaron a abandonarlo. Rivera estaba obcecado con la posibilidad de adelantar al PP y de convertirse en líder de la derecha. Los españoles y su bienestar habían pasado a segundo plano. Lo mismo que tres años antes le ocurrió al líder del otro nuevo partido, Podemos, cuando se obsesionó con adelantar al PSOE. Quizá la pasada noche Rivera lo haya entendido, porque se lo han gritado alto y claro los votantes.

«¿Y ahora qué, Albert?», habría que preguntarle. Pese a la gran responsabilidad de Sánchez en la repetición electoral, los errores de Rivera tienen unas consecuencias dramáticas para los suyos y para el país: ha condenado a la irrelevancia a una formación que tenía posibilidad de participar en el gobierno y, lo que es realmente más grave y trascendente, que, por su antojo de ni tan siquiera intentar un acuerdo con Sánchez, ahora el país queda en una situación más complicada que el 28 de abril.