¡Qué fácil fue desahuciar a un bebé!

Daniel Ripa

OPINIÓN

Concentración de afectados por la hipoteca contra un desahucio.Concentración de afectados por la hipoteca contra un desahucio
Concentración de afectados por la hipoteca contra un desahucio

22 nov 2019 . Actualizado a las 09:08 h.

Hay recuerdos que no se pueden borrar. Recuerdos que resumen toda una historia. Los reporteros de guerra cuentan que hay sonidos que se les graban en la memoria sin abandonarles jamás. Puede ser un chasquido, el lejano rumor de un avión, quizá un simple llanto ahogado… A veces un recuerdo aislado se convierte en el símbolo que resume toda la complejidad de una experiencia traumática.

De aquella mañana del mes de junio de 2012 recuerdo varios minutos de golpes rítmicos. Metal contra madera. El martillo de hierro con el que la policía tiraba abajo la puerta de un portal. Cristales rotos. Una sinfonía de golpes que preludiaban el inicio de un desahucio y el final de una lucha.

Dos meses antes, la ciudadanía asturiana paralizó, por primera vez, el desahucio de una familia. Su bebé, Amanda, apenas contaba con 5 meses de edad. Pero ese día las autoridades volvían a la carga, mientras 17 personas se encerraban en el domicilio de la familia y cientos de simpatizantes se concentraban en la calle. Yo había acudido acreditado como periodista del periódico Diagonal - El Salto, y publiqué una crónica titulada «Récord de detenciones en el desahucio de Cajastur». Las fotografías de este desahucio, tomadas por Eloy Alonso para la agencia Reuters, abrieron medios de comunicación de todo el planeta. Tras 5 horas de operativo judicial, se producía el desalojo más violento, con más detenidos y con más respuesta social sucedido en España hasta la fecha, todo un símbolo de una crisis económica que se cebaba con los más débiles. Y de todas las imágenes de ese día, la que nunca olvidaré, y la que me estremece aún al recordarla, fue la del martillo de hierro con el que la policía actuaba, mientras les tiraban agua desde los pisos superiores y la multitud gritaba «vergüenza, vergüenza». A eso le siguió el ruido del hacha en la puerta de la vivienda del único bombero que quiso participar en el operativo (el resto se habían negado a salir del camión), contrarrestado con caceroladas espontáneas de los vecinos. Unas escenas de violencia simbólica terrible que anticipaban lo que iba a suceder: El desahucio de Amanda y 20 detenciones y heridos, que la periodista y ex consejera de RTPA Patricia Simón definió como «¡qué guapo ye desahuciar a un bebé!».

 Finalmente consiguieron echarlos, y al desahucio le siguió una terrorífica huelga de hambre de Jorge, el padre desahuciado, a las puertas de Cajastur-Liberbank, banco que también le exigía una deuda de por vida de 100.000 euros. Cajastur era una entidad propiedad de los asturianos que no solo utilizó la crisis para ejecutar desahucios, sino que puso sueldos millonarios a sus directivos, entre ellos el ex alcalde de Oviedo Iglesias Caunedo y el ex portavoz socialista de Gijón, Martínez Argüelles. Después llegarían, ya como Liberbank, los EREs a su plantilla, la deslocalización fiscal a Madrid y los cierres de cientos de oficinas. La Caja, víctima de un expolio, pasó de ser el orgullo de Asturies a perseguir a los más débiles. Fueron estas experiencias injustas, indignas e inhumanas las que nos animarían años después a dar el paso a luchar desde las instituciones; era fundamental que los más débiles tuvieran voz, pero también obligar al 1% más poderoso de nuestra tierra a dar la cara y salir de las tinieblas. Muchas batallas se ganaron… pero hay derrotas que jamás podremos olvidar.

 Hace dos años, por cierto, el Tribunal Supremo concluyó que la Ley de Protección Jurídica del Menor, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Constitución obliga a los jueces, antes de autorizar el desalojo de una vivienda, a «asegurar y garantizar una protección integral y efectiva de los derechos e intereses de los menores». Todas las personas que luchaban para impedir el desahucio de Ciudad Naranco sabían que estaban del lado de la justicia; que se enfrentaban a una actuación inmoral, a un abuso de poder inhumano. Sin embargo, este viernes 22 se juzga a cinco de las activistas que intentaron impedir el desahucio. Cinco personas que deberían ser premiadas, no juzgadas. Ellas, junto a cientos de personas, protagonizaron una protesta que desde el principio al final fue pacífica y que hizo que Asturies diera la vuelta al mundo por la dignidad de muchos, pero también por la falta de humanidad de unos pocos. Corren malos tiempos cuando Asturies juzga a quienes evitaban que un bebé durmiera en la calle mientras, en pleno 2019, se desahucia a las viudas de los mineros de La Camocha. Pero frente al velo de silencio de los poderosos nos debemos el orgullo de la memoria. Porque recordar también es hacer política. Porque recordar es seguir luchando. Gracias a vosotras, las 5 del Naranco.