Dialogar, negociar... Sabe Dios qué

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

23 nov 2019 . Actualizado a las 08:59 h.

Sánchez e Iglesias ya funcionan como coalición. Al menos, lanzan mensajes que demuestran que están coordinados. Deben estar hablando todos los días de la composición del gobierno, tarea complicada, y de cómo responden al precio que Esquerra quiere poner a su abstención, más complicado todavía. Pero ambos están dispuestos a decir “sí” al partido de Junqueras, como se deduce de las informaciones disponibles. Por parte de Sánchez se considera “muy viable” la mesa de diálogo, aunque los catalanes le llaman mesa de negociación. Por parte de Iglesias también se acepta la mesa, aunque con un matiz que supera la intención confesada de La Moncloa: sigue apostando por la España plurinacional.

Esto de la España plurinacional tiene un contrasentido, dos inconvenientes y una duda. El contrasentido es que el mismo día en que Iglesias decía eso, una encuesta del CEO (el CIS de la Generalitat) dice que solo el 15% de los catalanes consideran a Cataluña como una nación. El resto la consideran una comunidad autónoma, una región o un país. A ver si va a resultar que la plurinacionalidad no existe. Los inconvenientes son: primero, el encaje de la nación de naciones en la Constitución, salvo que se fuerce mucho el concepto de nacionalidades. Y segundo, la feroz oposición que encontraría en el PP, Ciudadanos y Vox. Es muy arriesgado dar ese paso sin un gran consenso político. Y la duda es si esa probable concesión sirve para resolver el problema catalán. Personalmente pienso que lo agrava, porque una nación reconocida como tal tendrá más argumentos para reclamar la independencia y el Estado propio.

El señor Iglesias, politólogo y profesor de ciencia política, sabrá. Este escribidor da por hecho que por Esquerra no va a quedar la investidura. El problema vendrá después, cuando haya que concretar el contenido de la Mesa: si habrá o no habrá relator; si se hace a espaldas del Parlamento; si se intenta pactar el derecho a decidir; qué ocurre con las demandas de amnistía; si el referendo empieza a ser una exigencia… Nada de eso se cita en la pregunta que se hace a los militantes de Esquerra. Hay como una especie de silencio cómplice para no asustar al personal.

Mi tesis es que Esquerra no quiere impedir un gobierno de izquierda, que siempre será para ellos mejor que un gobierno que lleva la bandera del 155 o la Ley de Seguridad Nacional. El meollo del diálogo o la negociación se deja para más adelante, para cuando la mesa se constituya. Y ahí se verá lo imposible que resulta todo, salvo milagro. Eso sí: se habrá salvado el bloqueo, que ya es algo, y Sánchez cargará con el sambenito de que se echó en manos del separatismo. Es decir, lo de siempre. No es un futuro muy prometedor.