Es un axioma que una cosa es lo que los políticos dicen y otra lo que de verdad piensan. Voy a intentar traducirlos.
Lo que dice Sánchez: «Confío en que pronto acabe el bloqueo y podamos abrir una nueva etapa sin crispación». Lo que de verdad piensa: «No trago a Iglesias, ERC me tiene cogido por ahí, pero esta vez me lo juego todo y tengo que ser presidente sea como sea».
Lo que dice Casado: «Estamos dispuestos a dar estabilidad a la legislatura». Lo que de verdad piensa: «Ojalá Sánchez sea presidente con la abstención de independentistas y bilduetarras, me facilitaría la labor de oposición frontal, fracasaría totalmente y me llevaría a La Moncloa».
Lo que dice Iglesias: «Tenemos por delante la tarea histórica e ilusionante de participar en un Gobierno que equilibre la balanza en favor de la mayoría». Lo que de verdad piensa: «La jugada no me ha podido salir mejor, pierdo otros siete escaños y, en lugar de plantearme dimitir o de que me lo exijan, estoy a punto de ser vicepresidente del área social, lo que me permitirá demostrar quién soy y comer terreno a Sánchez».
Lo que dice Abascal: «Llevamos días soportando una cacería mediática despiadada». Lo que de verdad piensa: «No se puede consentir que los medios manchen nuestra reputación, todo el día hablando mal de Iván y Rocío, de Ortega Smith, del juez Serrano y de mí, pero que se preparen, ya llegará nuestra hora».
Lo que dice Arrimadas: «Yo le ofrezco que cambie esa mesa de la vergüenza por un acuerdo de 221 escaños como alternativa». Lo que de verdad piensa: «Sé que Sánchez no va a aceptarlo, pero así quedo bien, ofrezco lo que no es mío y disimulo que solo tenemos diez escaños».
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