El PP no puede seguir como espectador

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

05 dic 2019 . Actualizado a las 12:06 h.

El espectáculo dantesco que se vivió el pasado martes en la apertura de las Cortes se convirtió en el tráiler perfecto de lo que será la próxima legislatura si se consuma la hipótesis de un Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos pactado con los independentistas catalanes de ERC. Uno de esos resúmenes creados para publicitar un filme con un montaje acelerado que mezcla planos en aparente desorden, pero que en realidad acaban destripando el argumento y hasta el final de la narración. Como se vio, la trama de esa película política sería la de una provocación y una afrenta continua a la Constitución por parte de populistas y secesionistas catalanes y vascos con el consentimiento y el amparo de un PSOE políticamente preso de los votos de Unidas Podemos y ERC, mientras los grupos de derecha se pelean a garrotazos para coger sitio.

Nadie que se considere demócrata y defensor de la Constitución puede permanecer impasible cuando se perpetra ante sus ojos una infame negociación a cámara lenta con ERC cuyo final exitoso conduciría a ese escenario, que deja el futuro de España en manos de sus mayores enemigos y supone un ataque directo al modelo de convivencia que consagra la igualdad entre todos los ciudadanos. El PP no puede por ello mantenerse más tiempo como mero espectador ante esa catástrofe y está democráticamente obligado a hacer todo lo posible para tratar de evitarla. Pese a la incomprensible negativa de Pedro Sánchez a llamar siquiera al segundo partido que más escaños ha obtenido en las elecciones generales, Pablo Casado tiene en su mano plantear una salida que no le compromete a nada y evitaría la consumación de una fórmula de Gobierno que provocaría una crisis constitucional de consecuencias irreversibles. Y debe hacerlo cuanto antes porque cada día que pasa, y cada reunión en la que los representantes del PSOE se sientan a la mesa con Josep María Jové, imputado por ser uno de los cerebros del proceso de sedición por el que han sido condenados los principales líderes independentistas, es una afrenta más que nos acerca a ese alarmante escenario, lesivo para el futuro de España y para su economía. Los populares tienen que poner ya encima de la mesa, aun sabiendo que la posibilidad de que prospere sea prácticamente nula, la fórmula de que Sánchez sea investido con el voto a favor de Ciudadanos y la abstención del PP y UPN, si renuncia a un Gobierno de coalición con Unidas Podemos que le dejaría a merced del chantaje de ERC.

Ese paso imprescindible del PP obligaría a Sánchez a retratarse y evidenciaría que si pacta con el separatismo catalán y vasco no es porque se vea obligado a ello, sino porque prefiere esa vía a la que supondría gobernar en solitario gracias a los votos de partidos que defienden la Constitución. Si Casado no da ese paso antes de que se consume el pacto entre socialistas, populistas y secesionistas, cada vez que ese Gobierno ceda a la extorsión de quienes quieren acabar con España alguien podría decirle que tuvo en su mano plantear una fórmula que pudo impedirlo, y ni siquiera lo intentó.