Si yo fuera diputado

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

09 dic 2019 . Actualizado a las 09:56 h.

Si yo fuera diputado, el día de mi estreno me levantaría temprano en mi habitación de un hotel de cinco estrellas, desayunaría chocolate con churros, pondría en mi Spotify unos corridos de Jorge Negrete y me iría vistiendo lentamente. Primero las medias, la camisa, la taleguilla, la banda, el chaleco, la chaquetilla, etcétera, pero sin montera, a cabeza descubierta. Bajaría a la puerta de la calle, donde me esperarían dos majorettes, y emprenderíamos, ellas delante y yo detrás, marchoso desfile hacia la Carrera de San Jerónimo. Una vez en el escaño, sacaría de mi capote una maceta con planta, una foto con marco de mi familia y un puro -que habría de mantener apagado-; y pondría los pies sobre el respaldo de mi vecino de delante, que si es de Esquerra o de Dreta, mejor. Prometería mi escaño por mi madre, mi equipo de rugbi, mi peña del tute y, para quedar bien, por la paz en el mundo, como una miss venezolana. Eso sí, por imperativo legal, no vayan a creer que soy de la casta -yo, que paro en los semáforos en rojo también por imperativo legal-. Procuraría abrazar a todo el que se deje, bedeles incluidos, a alguno daría la espalda, y a las mujeres besos, a unas sí y a otras no. Y una vez formada la mesa del Congreso, a la que le pasa lo mismo que a la cama del famoso merengue -«no hay sitio pa tanta gente»-, saldría buscando a algún periodista para declarar que de todo lo que se me acuse en el futuro será falso... y me iría a comer unas perdices en pepitoria con un buen ribera del Duero, que para eso me habrían votado, ¿no?