La ideología nacionalista, independentista o soberanista como de izquierdas es una falsedad inducida

Alonso Gallardo
Alonso Gallardo REDACCIÓN

OPINIÓN

12 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Las noticias falsas o fake news no son un invento de este siglo, aunque sí cuando se multiplican de forma interesada en los medios de comunicación y la red, monopolizados por la oligarquía para formar opinión social. De ellas, el ligar siempre al carácter izquierdista el nacionalismo, caló tanto en la intelectualidad socialista y comunista durante la transición española, que todavía hoy no dudan al afirmar, que son de izquierdas por su oposición al franquismo y por el derecho a su lengua, por encima de las consecuencias políticas, económicas y sociales para con los intereses generales de la clase obrera, al situar su derecho en un espacio geográfico que se responden a coordenadas históricas de reyes y feudales, reivindicando en lógica consecuencia la división territorial de una España federal o confederal como solución y como verdad universal histórica demostrada, porque así nos la contaron los reyes, feudales y la iglesia católica y quién lo niegue, entra en el campo del fascismo nacionalista o centralismo jacobino, porque la historia de la clase trabajadora mayoritaria socialmente, antes no contaba y ahora parece que tampoco.

La oligarquía neoliberal globalista, siempre situó mediáticamente para debilitar el estado nación fuerte y dividir al pueblo, que quien defienda la unidad de España sea proyectado como fascista y quien plantee su ruptura para el reconocimiento identitario de los derechos históricos de reyes, feudales y la iglesia católica en lenguas, cruces y estandartes de izquierda radical. Este es el mundo creado por la oligarquía, donde el centro y la racionalidad política siempre estará en las fuerzas políticas neoliberales, siendo así trasmitido por los medios de comunicación para conformar la opinión de las masas. Pero lo fundamental de su éxito vino de la pérdida por comunistas y socialistas de la identidad de clase, al abandonar la lucha de clases como motor de la historia y del materialismo dialéctico como metodología marxista para el conocimiento de la realidad, al asumir las tesis revisionistas de la reconciliación de clases y la conquista pacífica del socialismo. Tesis que se impuso en la clase obrera española y la intelectualidad en la lucha contra la dictadura, al ganar el PCE y el PSOE la batalla por la reforma política en el movimiento de las comisiones obreras, eje central de la lucha por la ruptura, con una salida pactada con la oligarquía de impunidad a los genocidas franquistas con la Ley de Amnistía, la paz social con los Pactos de la Moncloa y el poder del estado burgués con la constitución monárquica y para la clase obrera rebelde que aún luchaba por la ruptura, el Estatuto del Trabajador con el despido libre indemnizado.

De la derrota ideológica y política de la clase obrera durante la transición, surgen las nuevas identidades como movimientos construidos por el poder y el revisionismo de alo progresista e ideología neoliberal, con la versión de una España de reyes, príncipes, princesas y nobles, que sustituyen a la clase obrera moderna nacida bajo los cuarenta años de dictadura. Derrota que da la explicación del porqué la clase obrera, no transmitió generacionalmente su versión de la historia de solidaridad, conciencia de clase y de lucha y de ahí, que la mayoría de la intelectualidad marxista en España abrace el discurso oficial, tal como lo cuenta el poder burgués que el PCE y el PSOE en su momento apoyaron y que la España que conocemos, solo represente la unión de intereses oligárquicos de reyes, nobles, feudales y la iglesia católica como pegamento, que fueron confluyendo desde los siglos XV al XVII, con su épica más fuerte en la gesta popular de la guerra de independencia contra Francia y el Borbón, poco o nada recordada.

La justificación de la izquierda en relegar los intereses de la clase obrera en la construcción de España como estado nación, viene del revisionismo ideológico de aceptar la versión histórica contada por la clase dominante, eludiendo así las responsabilidades por el abandono del conocimiento de las nuevas realidades económicas y sociales surgidas en Europa y España en el siglo XX. Michel Foucault lo criticó durante toda su vida política y científica, en combate particular con el marxismo mecanicista soviético, dominante en la izquierda occidental desde los años sesenta muy alejada de la dialéctica de Marx «…a saber, que la crítica, entendida como análisis de las condiciones históricas según las cuales se constituían las relaciones con la verdad, con la regla y con uno mismo, no establece fronteras infranqueables y no describe sistemas cerrados; pone de manifiesto singularidades transformables, cuyas transformaciones solo pueden efectuarse por un trabajo del pensamiento sobre sí mismo» Michel Foucault Historia de la sexualidad: un prefacio.

Mao en sus tesis filosóficas sobre la verdad  dice en La identidad y la lucha de los aspectos de una contradicción. «Después de haber comprendido la universalidad y la particularidad de una contradicción, debemos pasar al estudio de la identidad y la lucha de sus aspectos. La identidad, la unidad, la coincidencia, la impregnación mutua, la penetración recíproca, la interdependencia, la interconexión o la cooperación, son todos términos diferentes que significan la misma cosa y que se refieren a las dos condiciones siguientes: primera, cada uno de los dos aspectos de una contradicción en el proceso de desarrollo de las cosas presupone la existencia del otro aspecto opuesto y ambos aspectos coexisten  en una entidad; segunda, cada uno de los dos aspectos contradictorios tiende a transformarse, en condiciones determinadas, en el otro. Esto es lo que se llama identidad». También Lenin opinó ampliamente sobre el tema: «La dialéctica es la teoría que estudia como los opuestos pueden ser y son (cómo pueden llegar a ser) idénticos ?en qué condiciones son idénticos, transformándose el uno en el otro-, por qué la mente humana no debe considerar estos opuestos como muertos, cosas congeladas, sino como vivientes, condicionales, móviles, que se transforman el uno en el otro» V. I. Lenin en el Resumen del libro de Hegel La ciencia de la lógica.

Esta recopilación de citas manifiestan, que lo que existe en la realidad social y en nuestros pensamientos nada es fijo y estático, que la búsqueda de la verdad para la defensa de los intereses de la clase obrera, obliga ante cada nueva contradicción o problema, a profundizar en el conocimiento de la nueva realidad  económica y social que se presenta, para situarla desde una perspectiva de clase. La única posibilidad de un gobierno de la izquierda, es recuperando el marxismo y la historia de la clase obrera que desde los inicios del siglo XX, se ha ido conformando como una nueva realidad en la sociedad española, ocultada por los cenáculos del poder y por lo tanto, por la izquierda dogmatizada que renegó del saber.

El siglo XX fue el de las mayores transformaciones económicas, políticas y sociales de España, con el inicio de la industrialización y de su consolidación a partir de los años cuarenta, con la derrota militar de la España ilustrada por el fascismo, bajo una brutal explotación y expropiación forzosa de propiedades, consolidándose en el poder la alta burguesía en alianza con terratenientes y la iglesia católica; también, la consolidación de la clase obrera como socialmente mayoritaria. Veamos que nos cuenta Juan Manuel Romero Valiente del Departamento de Historia, Sección de Geografía de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva en su trabajo 5. Migraciones. «Las migraciones interiores constituyen el fenómeno demográfico que, en el último siglo, mayor incidencia  ha tenido en la distribución espacial de la población en España, repercutiendo a la vez de manera muy notable en el comportamiento y características sociodemográficas de los territorios afectados por ella. La significación de este fenómeno queda patente en los siguientes datos. Según el último censo realizado, a finales del 2001, casi la mitad de la población de España (48,8%) residía en un municipio distinto al que nació, y cerca de una cuarta parte (22,4%) en una provincia diferente. Por otra parte, los datos sobre movilidad recogidos tanto en censos como por la EVR desde 1961, ponen de relieve que desde principios de la década de los sesenta hasta la actualidad, se han producido más de veinte millones de cambios de residencia entre municipios españoles. Si a ello sumamos los diez millones estimados para el periodo 1900-1960 (Puyol, 1996:84) se puede hablar de una cifra superior a los treinta millones de desplazamientos en el último siglo». Como dato, España tenía en el año 1900 diecinueve millones de habitantes, en el 1950 veintiocho, en el 2000 cuarenta y en el 2019, cuarenta y siete, según el INE.

Por si esto no fuera suficiente, aporto Las migraciones internas durante el franquismo y sus efectos sociales: el caso de Barcelona, trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, dirigida por Francisco Andrés Burbano Trimiño, curso 2012-2013 y dirigido por Rubén Pallol Trigue que cuenta que «dentro de las grandes migraciones que se produjeron en los años 60, Cataluña y especialmente Barcelona y su área metropolitana, fueron unos de los principales puntos de recepción de inmigrantes. A lo largo del siglo XX Cataluña triplicó su población, cosa que se «explica, en primer lloc, per l’ extraortinaria importancia del fenomen migratori», siendo unos tres millones de personas las llegadas entre 1915 y 1975». Aquí faltan los cientos de miles de exiliados de la república, los millones de migrantes económicos que marcharon a trabajar a Europa o América durante esos años y la actual ola de migración de cientos de miles de la juventud trabajadora, especialmente de la asturiana hija y nieta de migrantes o de las  castillas, que tienen que ir a buscar trabajo a las comunidades ricas o al extranjero y de aquí nace la explicación de la vieja España vaciada, por la explotación y precarización social que provocaron en el pueblo para la acumulación de capital, primero con la dictadura fascista en el siglo XX y ahora en el siglo XXI, con las políticas neoliberales de los gobiernos del PSOE y PP.

Los motivos de que la izquierda marxista eluda sus responsabilidades con respecto a la clase obrera en España, viene de prejuicios ideológicos con respecto a una clase que unos consideran superada y otros, estratificada en una visión de un proletariado exclusivamente industrial. Pero de lo que no puede tener ninguna duda la izquierda populista y marxista, es que si no parte de unas libertades y unos intereses generales de la clase obrera únicos en todo el territorio del Estado español, sintetizados en los servicios públicos del estado de bienestar, con los mismos derechos y deberes independientemente del lugar donde se resida, difícilmente encontrará su apoyo y mucho menos su participación política, si no lo incluyen en su práctica política y en su programa. No es de izquierdas forzar a la clase obrera que construyó la España que conocemos, bajo la explotación brutal por la misma burguesía española, vasca y catalana que durante el franquismo, a una recolonización en otra lengua ajena para tener un derecho. Por eso, mientras la izquierda no recupere el marxismo y no tenga una visión sociológica de la actual España como patria de la clase obrera y cuál es el estado nacionalista burgués con su cultura, banderas y religiones a destruir, la clase obrera mayoritariamente no la votará porque no la representa, quedando la puerta abierta a que su espacio político sea ocupado por la demagogia de la derecha y el fascismo.