Cómo esconder un elefante

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

13 dic 2019 . Actualizado a las 08:38 h.

El contacto permanente con el independentismo y el populismo, y perdón por la redundancia, ha llevado a Pedro Sánchez a asumir la trilera forma de ejercer la política de ambos, basada en los trucos, las trampas y los golpes de efecto. Doblegado por ERC, que le impone el calendario de investidura largo que más conviene al secesionismo y le fuerza a humillarse rehabilitando a Joaquim Torra, el líder del PSOE ha erigido una enorme tramoya para tratar de ocultar su penúltima cesión ante el separatismo. Ya se sabe que la mejor forma de ocultar un elefante es provocar una estampida de elefantes. Y así, anunciando sin que venga a cuento que llamará a todos los presidentes autonómicos, es como pretende camuflar al enorme paquidermo y colar el diálogo con un presidente de la Generalitat que defiende a los CDR imputados por terrorismo. Y encima, Torra se burla y rechaza el café para todos.

Sánchez sigue instalado en el adanismo de ignorar la liturgia constitucional y el respeto al jefe del Estado. Después de anunciar un Gobierno de coalición mientras el rey paseaba por las calles de La Habana, y de plantear posibles fechas para la investidura y hasta para su toma de posesión sin que Felipe VI le hubiera siquiera designado candidato, inventa, tras haber elegido ya como socio a ERC, una extemporánea ronda de entrevistas con los líderes autonómicos y con Pablo Casado e Inés Arrimadas, a los que hasta ahora había ignorado, y una caravana de reuniones del PSOE con todos los partidos -incluido EH Bildu, lo que se enmascara invitando también a Vox- con el presidente de la FEMP, Abel Caballero, y con el sursuncorda. Todo, para mantener entretenido al personal hasta que el preso Oriol Junqueras, condenado por sedición y malversación, tenga a bien decidir desde la cárcel de Lledoners cuándo podrá España tener un Gobierno. Después de aceptar el encargo de la investidura, Sánchez está ya completamente a merced de ERC porque no tiene vuelta atrás. No puede permitirse un fracaso en la negociación que le llevaría a ser rechazado por seis veces en el Congreso. Pero los republicanos no tienen nada que perder si no hay acuerdo, porque a ellos el Gobierno de España les importa un bledo, con lo que pueden poner el precio que quieran, con el agravante de la presión de Torra, y Sánchez tendrá que pagarlo, ya que la alternativa sería catastrófica para él.

El líder del PSOE ha elegido jugárselo todo a un pacto con ERC que se negocia en el más absoluto oscurantismo. Y el entramado de reuniones políticas anunciado es solo una pantomima. Una maniobra de distracción para ganar tiempo con la que trata de involucrar al resto de partidos. Pero España no puede permanecer desgobernada y bloqueada sine die y a merced del reloj que imponga un preso. Y, por ello, una vez que el rey ha cumplido con su misión constitucional de designar candidato, es necesario que se fije cuanto antes y en tiempo razonable una fecha para la investidura. Posponer esa votación en función de los intereses del independentismo sería, además de una infamia, un fraude inconstitucional.