Sánchez se ata voluntariamente a ERC

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

17 dic 2019 . Actualizado a las 08:39 h.

Pedro Sánchez culminó ayer en las entrevistas celebradas con el líder del PP, Pablo Casado, y con la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, la farsa política que viene representando desde que las elecciones del 10 de noviembre constataran el fracaso total de su estrategia de provocar una repetición de los comicios para reforzar su posición y aumentar su representación parlamentaria. Su reacción ante ese descalabro y ese mensaje claro de los votantes, que lejos de reforzarle le privaron de 720.000 votos y tres escaños, no ha sido la que cabría esperar de un político responsable. Es decir, rectificar su posición de buscar un pacto con Unidas Podemos y los independentistas para explorar un acuerdo alternativo con el PP que le garantizara a él la investidura y a España la estabilidad. En lugar de ello, Sánchez ha montado un circo de cuatro pistas para tratar de salirse con la suya digan lo que digan los ciudadanos en las urnas, pactando con ERC le cueste lo que le cueste a España y a costa de fracturar de nuevo al PSOE. El líder del PSC, Miquel Iceta, acaba de dejarlo claro: «Haremos lo que haga falta».

Resulta inaceptable que Sánchez tardara menos de 48 horas en oficializar un fantasmal Gobierno de coalición con Unidas Podemos para el que carecen de la mayoría necesaria en el Parlamento -y sabiendo que solo podría salir adelante con el apoyo de los independentistas catalanes-, sin llamar siquiera por cortesía al presidente del segundo partido más votado. Con ese rápido gesto pretendía blindar su acuerdo con Pablo Iglesias ante cualquier negociación futura para presentarse como un líder que dispone de 155 escaños, y no de 120, que son los que obtuvo el PSOE. Por ello es un despropósito que sea ahora, un mes y una semana después de las elecciones, y mientras está sentado en la mesa con los separatistas de ERC, cuando llame al PP y a Ciudadanos. Lo único que Sánchez intenta con esas reuniones es usar a los populares como una pieza más en su agónica negociación con ERC, en la que solo ha habido cesiones humillantes del PSOE, además de justificar su bochornosa rehabilitación de Joaquim Torra y, de paso, endosar al PP y a Cs su irresponsable decisión de dejar la gobernabilidad de España en manos de un partido cuyo líder está condenado por sedición.

Es una burla que lo que Sánchez ofrezca a estas alturas al PP y Cs no es que le permitan gobernar en solitario, para lo que tendrían votos suficientes, sino que se sometan al trágala de apoyar que Unidas Podemos forme parte del Gobierno y que Iglesias, sobre el que el propio líder del PSOE dijo que «no defiende la democracia», sea vicepresidente. Algo que sabe imposible. Es Sánchez, por tanto, quien se ata voluntariamente a los independentistas. Y si ERC termina dejándole tirado, no solo quedará en una situación insostenible, sino que habrá causado gratuitamente un grave perjuicio a España aceptando que existe un «conflicto político» con Cataluña. Una cesión indigna de la que el secesionismo ya no se va a bajar nunca para tratar de chantajear a cualquier futuro Gobierno. Sea del color que sea.