Chalaneos políticos

Carlos G. Reigosa
carlos g. reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

23 dic 2019 . Actualizado a las 09:06 h.

El chalaneo no es malo en sí -el diccionario de la Real Academia Española lo circunscribe a hacer compras y ventas con maña y destreza-, pero empiezo a creer que, en nuestra política, esos modos de hacer tratos empiezan a ser deplorables cuando se reducen solo a una sucesión de habilidades persuasivas para lograr propósitos egoístas, al margen del interés público. Y mucho me temo que por estas sinuosas laderas avanzan muchos de nuestros políticos en sus apasionados -y a veces provechosos- chalaneos. 

Pensaba en esto al leer sobre los sinuosos y equívocos papeles que están interpretando algunos de nuestros líderes ante un público (o un país) incapaz de digerir tan variados y cambiantes ingredientes. Porque no se trata tanto de lo que nos dicen como de lo que cabe suponer que nos están ocultando, mientras nos maceran para que acabemos aceptando todavía no se sabe qué. Así, de nada vale nuestro esfuerzo por descifrar la ruta o la meta. Porque da la impresión de que tampoco ellos las conocen.

He seguido con especial atención lo que está ocurriendo en Cataluña -lo vengo haciendo desde hace mucho, desde cuando Jordi Pujol me concedía alguna entrevista que luego suspendía con una justificación razonada-. Pero ni entonces llegué a entrever una situación tan misteriosa como la actual, en la que, por no entender, ya tampoco entiendo el discurso sinuoso, variable, cóncavo-convexo y quizá astuto de Miquel Iceta, el secretario general del Partit dels Socialistes de Catalunya. ¿Con quién está? ¿Lo sabe Pedro Sánchez? Supongo que sí, porque no quiero pensar que esto puede ser aún peor de lo que parece. Creo que ya tenemos bastante con no entender a los demás, todos convertidos en misterios mutantes: ERC, Junts per Catalunya y un etcétera creciente.

¿Cuál es el verdadero problema? Que tampoco entendemos a Pedro Sánchez, o que no lo entendemos del todo, o que ya sospechamos que no se entiende ni él a sí mismo. Porque hay que reconocerlo paladinamente: su situación es compleja y nadie parece dispuesto a acudir en su auxilio sin una factura en la mano. Por ello ya es posible escuchar: «Yo no quisiera estar en su lugar». Pero este no es el problema, porque Sánchez sí que quiere estar ahí y luchará hasta cuadrar el círculo. Es de lo único que estoy seguro.