Pluralismo, bipartidismo, monopolio, dictadura, régimen, imperialismo, monarquía, república, constitucionalismo, populismo; regionalismo, federalismo, centralismo. Y, cristianismo, judaísmo, islamismo… naturalismo, cubismo, expresionismo, marxismo, leninismo, anarquismo. Egoísmo.
Y, más ismos que no itsmos.
Porque, lo que importa son estos istmos que unen a tierra firme. No esa fabulación de ismos que definen conceptos, que…; pero que no resuelven los problemas filosóficos, ni los económicos ni, mucho menos, los de las personas.
Importan esos istmos donde los representantes del pueblo hablan, dialogan, miran por el bien de los demás, por resolver los problemas reales. No los de su poltrona y su cartera.
Hace tan solo unos meses había dos partidos (el bipartidismo) ahora, ya son doce.
Pero. Y, menudo pero, el nuevo partido de esos doce es el tercero en número de diputados con más de tres millones de votantes.
El pentagrama de la música nacional no es un dúo cambiante y repetitivo. Son doce voces mixtas que necesitan de un director de orquesta con largo recorrido de interpretación para que el escenario tenga orden y los asistentes gocen de una armonía musical acorde y agradable.
Este, amigos lectores es el tiempo de la orquesta. De ensayos lentos; pero continuados. Donde todo y cada uno de los miembros directores e instrumentos (músicos) acudan con respeto y visión de miras de alto alcance debatan, esgriman argumentos,…y, sobre todo busquen soluciones. Que no se enquisten los temas eternos de los nacionalismos, separatismos, ultraconservadurismos. Que solo conducen a la división, las desigualdades y el malestar en cada rincón donde se desarrolle la vida del ciudadano de a pie.
Vox - bis, el diálogo extenuado hasta el amanecer, es el único camino que puede llevar a buen puerto esta vieja y compleja barca que es nuestra querida España. Es la única forma de que la orquesta a una interprete el himno de todos. No importa su letra. Centrémonos en sus notas, su melodía, su ritmo. Su música.