A quién vamos a engañar con los Reyes Magos

José Manuel Orrego
José Manuel Orrego REDACCIÓN

OPINIÓN

07 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Si resulta sorprendente que un señor mayor vestido de rojo invada nuestro espacio aéreo en un ¿trineo?, espíe a nuestros niños y encima se cuele con alevosía y nocturnidad por el hueco de la chimenea -ahí van tres delitos de los gordos- resulta todavía más inadmisible que lo hagan una pandilla (o manada que ahora está de moda) de aristócratas subsaharianos, -esto último lo digo por la indumentaria de los tres personajes y porque montan a camello, no porque tenga prejuicio racial alguno-,  pero mejor lo dejo… no vaya a ser que me tilden por xenófobo, intolerante o peor aún, por monárquico.

Volviendo al tema, pese a que los adultos, por rizar el rizo, cada vez se lo pongamos más difícil a los peques. Hasta ahora siempre se han tragado esos cuentos extraordinarios; antiguamente los niños creían en Melchor, Gaspar y Baltasar durante toda la EGB, después hasta primero de la ESO, aunque en esa ocasión, se sumó el gordito escandinavo y ahora… Ahora me temo que por encima de cuarto de Primaria quedan pocos inocentes que se crean estas hilarantes historias. Incluso algunas maestras me han confesado que algunos avispados de Infantil son conocedores del embuste; sobre todo si tienen hermanos mayores o si coinciden en el recreo con el pejiguera de turno.

Pero seamos sinceros, que esta entrañable y cándida tradición siga viva, se la debemos entre otros al Corte Inglés y ahora a Amazon. Según los últimos sondeos cada niño recibe de media 150 euros, insisto en subrayar «de media» porque esto quiere decir que unos recibirán 600 euros o más y otros, como puede suponer nada. Con este presupuesto ¿cuántos regalos recibe cada niño? La realidad es que el agasajo comienza el día 25 de diciembre y para cuando termina la bacanal allá por el 6 de enero, el niño ha recibido tantos obsequios que ha perdido el interés por todo, yo mismo he podido comprobar en más de una ocasión ese tópico del niño jugando con el envoltorio.

Lo mismo que nos ocurre cuanto tomamos muchos medicamentos, los niños adquieren tolerancia al juguete, ya nada les sorprende, todo les aburre y la dosis tiene que aumentar hasta desfondar nuestro presupuesto. ¿Tiene cura este mitridatismo? Me temo que no, al menos es muy difícil de corregir. Lo cierto es que no sólo depende de nosotros, sino de abuelos, tíos… De toda esa red de consumidores que intercambian «panes», generalmente muy a su pesar -o a nuestro pesar, porque todos formamos parte de esta rueda- y que nos lleva a la desesperación no sólo por la suelta de euros, sino por el esfuerzo de satisfacer el deseo de un niño que seguramente mostrará desinterés y hastío por nuestro presente -disculpe, quiero decir por el regalo de los Reyes Magos-.

Nos olvidamos que lo más importante de regalar, es la ilusión -sí, sé que es un tópico-. Pero la expectación de un regalo a dos semanas vistas es algo que está perdiendo la generación del «click… y ya está». Intentemos para las próximas Navidades de 2020 no regalar antes de tiempo, mandemos a Papa Noel con sus renos a Laponia, que se vaya Santa Claus a tomar Coca Cola Zero que falta le hace y dejemos sólo para el día 6 de enero los regalos… y si son pocos mejor para todos.