Amor de patria

OPINIÓN

07 ene 2020 . Actualizado a las 10:39 h.

Escribía hace unos días en este mismo medio una sencilla reflexión, también sobre el amor: Amor de pueblo. Desgranaba con la brevedad que permite una columna periodística, cómo los a penas un centenar de habitantes que son los que conforman la pequeña parroquia de Zardín (Tineo) unían sus manos, sus cualidades físicas y espirituales entorno a una obra común: El Belén viviente. Año tras años recogida la hierba y terminadas las principales tareas del campo, dedicaban cuerpo y alma las horas del otoño en renovar y actualizar año tras año esa obra de la que se siente orgullosos que es su Belén.

Ahora, también en esta España que ha terminado las faenas del verano, dos elecciones generales en el mismo año, es la hora de la verdad del amor: del amor de patria.

Del amor que es generosidad, salir hacia el otro entrega.

Y, no como lo que presenciamos en el Hemiciclo ayer, cada una sobre sí, guardando su sillón lanzando al espacio de las ondas mensajes de apocalipsis, de fuera de nosostros no existe la salvación.

Redentores de la patria. Sólo cuando las menos favorecidos social y económicamente se unen para defender los derechos tan duramente conquistados a través de lucha en el trabajo y abiertamente en la calle manifestando y proclamando a los cuatro vientos la igualdad de los seres humanos.

Sólo cuando está a punto de conseguir sus objetivos, la bancada de enfrente. Los dueños de los territorios y de los poderes fácticos se levantan de uñas y echan por su boca lo que no está escrito y es muy difícil ser humano pueda desear para sus semejantes.

Amor a la patria, una vez más enarbolan la bandera. Dos colores: lo de ellos para ellos y lo de los demás también. Eso es el mensaje subliminal del rojo y gualda. Si tengo el poder: los beneficios me los quedo o los reparto entre los míos. Si quedé al abrigo del frío de la oposición, buscaré en hojas de los periódicos o en el diario de sesiones aquel detalle o puro error para atacarlos sin piedad incluso haciendo uso de la más vil mentira. Todo, «los fines justifican los medios», con tal de salirse con la suya.

Qué triste, que cuando el amor llama a la puerta de forma dulce y sincronizada, siempre haya el envidioso de turno que ponga su nota discordante e impida que la gestación nueve meses después no conduzca a un parto feliz.

Desde el mismo amanecer del día siete, cerrarán los accesos a Madrid o suplicarán con malicia diabólica a algún débil diputado para que en las voces del sí, no, abstención surja la sorprresa del Tamayazo.

Yo, sin embargo, amigos lectores, creo en el Amor de patria y que por fin sea un día histórico este siete de enero de 2020. «El pueblo unido…» Ese, grito sí es de amor de patria.