Dolor

Diego Valiño
Diego Valiño REDACCIÓN

OPINIÓN

10 ene 2020 . Actualizado a las 08:37 h.

«Ocho meses para 10 segundos». Así definió el Presidente del Gobierno electo (por fin ya no en funciones), Pedro Sánchez, su promesa del cargo ante el Rey. Felipe VI le replicó que «ha sido rápido y breve, simple y sin dolor. El dolor viene después», abriendo toda una espita de comentarios sobre qué quería decir. Los más extendidos versan por la complejidad de la situación política, y si es así el monarca no deja de tener su razón. La verdad es que ha tomado el mando de la Jefatura del Estado en un momento político tan convulso que ha originado que hasta el CIS sea incapaz de preguntar a la ciudadanía una valoración sobre la monarquía (no vaya a dar datos alarmantes para su futuro).

No oculto mi satisfacción por tener un gobierno con plenas competencias y por la altura de miras (ojalá hubiera llegado antes) del PSOE y de Unidas Podemos (con IU incluida) para sacar adelante un proyecto político de izquierdas para España, pero a la vez me genera muchas dudas el porvenir y que se agoten los cuatro años de legislatura. Y gran parte de esa desconfianza está en las divisiones internas que tarde o temprano saldrán a flote. Es un buen síntoma que hayan acordado por escrito hasta cómo comunicar las cosas, pero todos sabemos que el papel lo aguanta todo. Hay que pasar de las palabras a los hechos, y de ahí hay un largo trecho. No va a ser fácil tampoco conseguir los votos de los diferentes partidos para alcanzar la mayoría simple (ya no digo la absoluta) cada vez que haya que afrontar cualquier iniciativa, empezando por los presupuestos. Hay quien aconseja trabajar desde ya no con unos nuevos para 2020, sino con los de 2021, con el fin aprovechar este año en curso a modo de transición, aunque con ello se tenga que comer otros 365 días con las cuentas de Montoro (que son las que siguen en vigor).

No me ha gustado, más por las formas que por el fondo, que se sepan algunos cargos ya. Considero que ante una competencia que tiene el Presidente del Gobierno en exclusiva debería ser el propio Pedro Sánchez quien anunciara públicamente su nuevo ejecutivo. En cualquier caso, tanto Unidas Podemos con sus responsabilidades como el PSOE con las tres vicepresidentas han originado ya su primer rifirrafe. Esperemos que la cosa no llegue a mayores y que no haya más dolor del que hablar, al menos por un tiempo. Me convence mucho las tareas que tendrán que desarrollar Carmen Calvo (Memoria Histórica y Laicidad) y Teresa Ribera (Transición Ecológica y el Reto Demográfico), porque al igual que las que le toca a Pablo Iglesias (Derechos Sociales y Agenda 2030) y a Nadia Calviño (área económica) ponen a mí entender las prioridades a tener en cuenta. Ni mucho menos quiero decir que otras cuestiones, como la educación o la sanidad, cuyas competencias están en manos de las comunidades autónomas, no tengan también su importancia, pero las tareas que se encargarán los pesos pesados del nuevo Gobierno sin duda son vitales y elementales en nuestro desarrollo hacia una mejor democracia. Un acierto también haber elegido a María Jesús Montero como portavoz, a la vez de continuar siendo la responsable de hacer los presupuestos del Estado. Lamento la irrelevancia que Errejón obtuvo en las urnas, porque considero que su entorno (incluyendo a Manuela Carmena) hubiera cerrado un círculo e integrado a todas las sensibilidades de izquierdas del conjunto del Estado, pero entiendo que tomó un camino por separado con el fin de ganar un espacio que no le dio más que tres diputados junto a Compromís.

Habrá que estar muy atentos a los dolorosos tiras y aflojas de los nacionalistas, sobre todo con Cataluña, puesto que el Supremo dictó ayer que Oriol Junqueras no podrá asistir el lunes a Estrasburgo para tomar posesión como eurodiputado y hoy tendrá que decidir si ratifica la decisión de la Junta Electoral Central de inhabilitar como diputado autonómico al President de la Generalitat, Quim Torra. Aragonés ya ha avisado que el acuerdo de investidura no se extiende a aprobar presupuestos. Quien avisa no es traidor.

Ver veremos qué consigue movilizar Vox el domingo en las plazas de los ayuntamientos (PP y Ciudadanos parece que no se animan a repetir la experiencia de Colón) pero ojalá ‘la coalición del apocalipsis’ deje ese discurso guerracivilista que busca deslegitimar a un gobierno que surge de lo que las españolas y los españoles decidimos el 10 de noviembre. Aunque les duela España no es suya. Necesitamos por el bien de todas y todos una derecha democrática, que bajo mi punto de vista brilla por su ausencia en las diferentes instituciones donde tienen representación en este país.