Dividendos digitales

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

26 ene 2020 . Actualizado a las 10:13 h.

Cuando un locutor de radio habla, su boca genera sonido, ondas de presión en el aire cuya frecuencia no pasa de los 10 kilohercios. El micrófono convierte su voz en corriente eléctrica de la misma frecuencia. Si esa corriente se lleva a una antena, la antena emitirá ondas electromagnéticas de la misma frecuencia que las de la voz del locutor. Esas ondas son recogidas por antenas receptoras que, conectadas a un altavoz, permiten escuchar al locutor en nuestra radio.

Ocurre que, como hay más de una emisora de radio, si todas emitiesen del mismo modo sus ondas viajarían con frecuencias parecidas y tendríamos un amontonamiento. Oiríamos a todos los locutores al mismo tiempo. Por ese motivo, las antenas emisoras de radios y televisiones no emiten directamente las señales de sus micrófonos, sino que las montan en otra onda de referencia (un proceso llamado modulación). Cuando decimos que una emisora está en los 100 megahercios del dial, es porque la voz del locutor modula una señal de 100 megahercios, que es la que se emite. Así, a cada emisora se le da una onda de referencia distinta, de modo que no se pisen entre sí. Se forma así un dial en el que cada una tiene su sitio. La telefonía móvil funciona igual, pero este nuevo habitante del dial necesita cada vez más sitio y hay que hacérselo. ¿Cómo? A costa de quitárselo a las emisoras de televisión, que han aprendido a ocupar menos. Ese proceso es el dividendo digital, realizado por primera vez en el 2014 (para hacer hueco al 4G), y que se hará por segunda vez en el 2020 (para el 5G).