Políticos, sí; publicidad gratis, no

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

06 feb 2020 . Actualizado a las 08:17 h.

Las cosas parecen haber ocurrido más o menos así: por la mañana, un periódico decía que las protestas campesinas podían ser capitalizadas por Vox. Un poco más tarde, un tertuliano lo justificaba en una emisora de radio: Vox ha sido el partido más sensible ante las cuestiones agrarias. Y ponía algunos ejemplos: es la fuerza política que defendió la caza, los toros y otras actividades que se pueden considerar propias del campo. Algún dirigente del partido leyó la información y escuchó los comentarios y se dijo: ya que la opinión es esa, vamos a estar con los agricultores en la protesta ante el ministerio; nunca los tendremos más cerca. Y para allá se fueron.

La verdad es que todos los candidatos a las elecciones de los últimos tiempos cuidaron mucho el campo. Hubo quien se hizo fotos en una granja, quien se puso las botas para meterse en un sembrado, quien hablaba muy sonriente con un labrador, y todos acudieron a algún mercado donde se venden productos de la huerta o del establo. No recuerdo que ninguno haya aprovechado ese instante de la campaña para hablar de la diferencia entre los precios de origen y los de venta final, pero fotos se hicieron unas cuantas. Al final se metieron en los coches de la caravana electoral y se fueron a dar el mitin. Ahí se acabó la preocupación por la agricultura y la ganadería.

Ese desapego terminó por estallar con las protestas que estamos viendo estos días, los gritos que le piden al «coletas» que coja el azadón, sin que el señor Iglesias tenga ninguna responsabilidad en la ruina agraria, y algunos encontronazos serios con la policía. Y solo Vox, su jefe Abascal y unos cuantos de sus diputados se animaron a sumarse a la protesta de Madrid porque estaba cerca y porque, como digo, era muy tentador: si un periódico decía que pueden capitalizar el cabreo, vamos a ponernos al frente de la manifestación. Podemos también se puso al lado de otras, que en río revuelto siempre se pesca algún pez.

Pero el señor Abascal no tuvo suerte. Dividió a la concurrencia, pero la concurrencia lo terminó echando. Su defensa de la caza y los toros no le sirvió de mucho. Y es que los campesinos estarán arruinados, pero no son tontos. Tienen olfato para distinguir al político que está de verdad a su lado del que acude a la manifa en busca de publicidad o para hacerse visible. El señor Abascal no tuvo suerte. Los manifestantes no acabaron de verlo como el salvador del campo. No le llamaron lo que se llamó a Pablo Iglesias, pero le rogaron que abandonase la concentración y no hiciese una apropiación indebida de sus quejas. Es una buena lección. Si un político tiene alguna solución, que la lleve al Parlamento o la ponga en su programa electoral.