¡Sí a la muerte digna!

Diego Valiño
Diego Valiño REDACCIÓN

OPINIÓN

14 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El martes en el Congreso de los Diputados se dio luz verde a la proposición de ley de eutanasia. Las previsiones del Gobierno nacional es que en junio esta ley quede aprobada y España vuelva a ponerse en el mapa del mundo en cuanto a derechos y libertades sociales se refiere. Han tenido que pasar muchos años, demasiados, diría yo, para que aquellas personas que quieren morir con dignidad puedan hacerlo. Atrás quedan ejemplos como el de Ramón Sampedro o más actual con María Carrasco, cuyo marido, Ángel Hernández, se encuentra a la espera de juicio en un juzgado de violencia de género, que a todas luces no tiene absolutamente nada que ver con la lacra del terrorismo machista. Todo lo contrario, ayudó a una persona que no quería sufrir más. A veces hay recovecos que originan que situaciones como la que tiene que pasar este ciudadano se den, pero confío en que la denuncia quede sin efecto.

¿Y cuál ha sido el motivo para tardar tanto en aprobar una ley de eutanasia? Pues como con todos los avances, la derecha es experta en paralizar y ralentizar los cambios. Manda narices que haya sido más bruto el diputado popular José Ignacio Echániz que Vox a la hora de defender que no se regule en España. Según su punto de vista, esta medida se toma para ahorrar costes en la sanidad. «Cada vez que desaparece una persona de esas características desaparece un problema económico y financiero para el Estado». Con un par y sin sonrojarse. Lamentable, vomitivo y absolutamente impresentable. 

Tuve la gran suerte de conocer al doctor Luis Montes gracias a una charla organizada por Asturias Laica en la biblioteca de El Fontán. Pena que tanta gente que luchó por este momento hoy no esté aquí, pero que el recuerdo y su labor nunca queden en el olvido, porque sin su aportación hoy no estaríamos legislando esta cuestión. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) muestra desde hace tiempo que un 58% de la población española está a favor de su regulación y no podía quedar otra vez en un cajón su legalización. ¡Sí a la muerte digna!