Plácido Arango, una vida con Asturias en el corazón

Luis Fernández-Vega REDACCIÓN

OPINIÓN

Plácido Arango

18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es este un aplauso nacido de la libertad, la palabra que, desde siempre, anidaen el corazón de los hombres, y que en esta tierra íntima que es Asturias resuena con especial vigor». Plácido Arango, ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 1989

Asturiano nacido en México, la vida de Plácido Arango ha estado ligada desde siempre a nuestra tierra, Asturias. Hijo de emigrantes asturianos, su exitosa trayectoria empresarial y su amor por la cultura le llevaron a lo largo de su vida a participar en numerosas instituciones nacionales e internacionales, que tuvieron la suerte de contar con su sabiduría. Plácido Arango fue un miembro activo del Patronato de la Fundación desde su creación en 1980, dedicando, con gran generosidad, su inteligencia, sus recursos y su tiempo a un proyecto que habría de contribuir, a través del reconocimiento a los más nobles valores del ser humano, a estrechar los lazos que la historia ha tejido entre el Principado de Asturias y el título que llevan los herederos de la Corona de España.

Durante los años en que, sucediendo a Pedro Masaveu, fue presidente de la entonces Fundación Príncipe de Asturias, entre 1987 y 1996, el patrimonio económico y el prestigio de los galardones que concede la institución se consolidó y los Premios, más allá del ámbito iberoamericano de los primeros años, vivieron un periodo de apertura al mundo y fueron reconocidas personalidades como Nelson Mandela, Hassiba Boulmerka y S.M. el Rey Hussein I de Jordania, entre otros.

Mecenas ejemplar, contaba con numerosas condecoraciones concedidas tanto en España como en el extranjero y en 2017 fue reconocido con la Medalla de Oro de Asturias, tierra por la que tanto afecto sentía, tal y como demostró con la generosa cesión de una valiosa parte de su imponente colección artística al Museo de Bellas de Artes de Asturias. Una generosidad de la que también se benefició el Museo Nacional del Prado, patrimonio común de los españoles, y cuyo Patronato Plácido presidió durante varios años.

Además de nuestra Fundación y del Museo del Prado, son muchas las instituciones que hoy lamentan su pérdida: la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Metropolitano de Nueva York y la Universidad de Tufts (Boston) son algunas de las que se vieron beneficiadas por su discreta y al tiempo valiosa dedicación. Plácido definió una vez la ceremonia de nuestros Premios como «un aplauso nacido de la libertad», aplauso que hoy me gustaría dedicarle a él, junto con nuestro más cariñoso recuerdo para su familia, al señalar su valiosa contribución a la vida cultural y empresarial de España. Gracias siempre, amigo.