Control + C

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

23 feb 2020 . Actualizado a las 10:09 h.

El gran obituario de estas horas ha sido el escrito de forma colectiva en las redes por la muerte de Larry Tesler. Casi todos nos hemos enterado de su existencia coincidiendo con su desaparición, a pesar de la cantidad de horas de vida que le debemos. Tesler se encuentra entre los pioneros de la informática y es el genio a quien se le ocurrió desarrollar una función que permitiese cortar, copiar y pegar textos. El Control + C, Control + V de Tesler es en realidad una de las grandes fórmulas de nuestro tiempo. Su propuesta es una manera brillante de ahorrar minutos, pero también un atajo eficaz para el plagio y la imitación, ese impulso que habita en muchas almas que destacan en el tiempo de la gran simulación.

La lista de devotos de Tesler está repleta de humildes y honrados ciudadanos, pero también de arribistas e imitadores que han sacado lustre a sus currículos o a sus artículos a base de aplicarle el Ctrl + C a todo quisque. Tesler podría estar entre esos inventores cuyos ingenios se transforman en artefactos del mal, a pesar de las buenas intenciones de quienes los imaginaron. Con su dinamita, Nobel buscaba una alternativa estable a la nitroglicerina que había matado a su hermano, y Mikhail Kalashnikov lamentó al final de su vida el cementerio formidable despejado por su mítico AK-47.

Tesler allanó el camino a vagos y embusteros, muchos de ellos políticos o escritores o periodistas con biografías ramplonas que aplicaron el Ctrl + C, Ctrl + V a cabeciñas mejor engrasadas o más dispuestas a dar el callo. Pero su atajo representa también una ilusión si nos lo autoaplicamos: la de poder rectificar una vida haciendo Control + V con lo mejor de lo que tenemos.