María del Cueto, un bello animal televisivo

OPINIÓN

09 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Pura sencillez. Espontaneidad inteligente. Rigor en el trabajo. Incansable. Puede sumar horas y horas de directo y como nueva.

María del Cueto no solo canta muy bien (lo sé de fuente muy fiable), sino que encanta. Encanta a todos los públicos, porque su saber hacer televisivo es tan fresco y transparente que encandila a las más variadas edades y condiciones humanas.

Con aire de imponente vedette, su sensatez y mesura en el trato, te hace sentirte en el plató de televisión como en el salón de tu casa.

Del Cueto, profesionalidad a raudales, acusado sentido del deber y notables dosis de sentido común, es una presentadora versátil y avispada, que combina el estudio y la improvisación con sabia naturalidad.

Y como no ejerce de diva, ni de maciza oficial, ni adolece de otras malignas vanidades - tan habituales en el ámbito audiovisual -, pues te resulta una chica muy normal, que genera a su alrededor un clima de confianza y de buen rollo auténtico (no fingido ni escénico).

A mí personalmente me seduce de María su alegría, su buen carácter, su sentido del humor y su capacidad de encajar las bromas, y admiro su habilidad de maestra del guiñol para manejar la psicología de sus contertulios e invitados en el programa Siempre al día, que conduce con la sensibilidad de una bailarina clásica en una muy personal interpretación del Lago de los cisnes…

María es un claro exponente del excelente nivel y del buen estado de salud de la televisión y la comunicación en Asturias. Un ejemplo del importante caudal de talento que se mueve en esta tierra.

Y un dato muy significativo: ella está encantada de trabajar en Asturias y de vivir en su Oviedo del alma. No está con la vista puesta en otros horizontes geográficos, ni es una esclava de la imagen y la popularidad. Sencillamente disfruta con su curro y lo hace realmente bien.

Discreta, coqueta, y honesta, María es una auténtica «bon vivant», que disfruta a tope de la fiesta, de la buena gastronomía, o de las relaciones sociales. Que lo mismo se deja llevar por el ambiente de la Calle Gascona, que toma su vermut en La Paloma, ejerciendo con  pasión su «ovetensidad»…

La televisión en España necesita más Marías del Cueto. Tal vez podíamos probar a clonarla, y así quitaríamos de en medio las amplias dosis de gilipollez y vanidad que pululan en determinadas atmósferas.

María, simplemente María. Una chica sincera y de humilde actitud.

Yo, desde la modestia de mis letras y recordando el famoso apelativo de la gran Ava Gardner, le digo, con respeto y cariño, que es un bello animal televisivo, por la fuerza y singularidad de su potente personalidad.