«Nos confirman que somos vulnerables a una generación que por un momento nos creímos inmortales y a salvo para siempre»

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Mariscal | efe

15 mar 2020 . Actualizado a las 13:24 h.

Lo más complicado a estas horas es averiguar cómo se siente una. Especificar la complexión exacta de un estado de ánimo nuevo y desconocido. Sí, puede que lo más nuevo sea eso, lo desconocido que es todo.

Pensé que esas noticias en la radio -«Europa es el centro de la pandemia y Madrid, una de sus capitales»-, ese runrún solemne de los peores momentos, iba a provocar una estampida psicológica, pero más que nunca es cierta la frase de Elsa: «El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos».

No es que haya que convocar al pánico o al desaliento, pero es verdad que la pulsión de normalidad es más poderosa que el miedo.

Explica por qué seguimos viviendo en momentos dramáticos, por qué digerimos una avalancha constante de noticias que solo ayer, en solitario, nos habrían paralizado.

En todo ese barullo emocional, no es pequeño un ingrediente excitante: la curiosidad. Este sistema nuestro, basado en el movimiento constante, en el consumo constante, en la sustitución constante, permanece confinado y paralizado, y esa es una línea de guion novísima que modificará toda esta trama y puede que el final de la historia. Este giro inesperado de los acontecimientos va a ponernos a prueba de una manera que nadie esperaba.

Con la incertidumbre de las buenas historias, incluidas las que pueden acabar mal. La gran evidencia de lo relevante de este relato es el vacío.

Esas calles vacías son escalofriantes. Nos confirman que somos vulnerables a una generación que por un momento nos creímos inmortales y a salvo para siempre.