Una cierta desinformación

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Toni Albir | Efe

25 mar 2020 . Actualizado a las 08:30 h.

Al final, lo que empieza a dar más miedo es algo que se parece a la desinformación. Si usted se pregunta dónde veo esa desinformación, si todos los días se ofrecen varias ruedas de prensa, si el presidente del Gobierno nos inundó de palabras, si las televisiones prácticamente no emiten otros programas que los relacionados con el virus y los periódicos hacen un memorable ejercicio de actualizar los datos, denunciar los incumplimientos, buscar voces de expertos y contar testimonios de afectados y sus familias, se lo diré.

Veo desinformación en la guerra de noticias y los correspondientes desmentidos entre la autoridad estatal y las autoridades autonómicas. No puede ser que, después del tiempo transcurrido, sigamos sin saber si es cierto que el material de protección se distribuye con rapidez, eficacia y en razón de necesidades objetivas. Esto crea desorientación en la sociedad y hace crecer las sospechas de engaños, manejos políticos interesados y manipulaciones.

La veo en las informaciones oficiales que aseguran que el personal sanitario está debidamente dotado de esos mismos materiales de protección, pero después los hechos demuestran que no es así y que el número de médicos y enfermeros contagiados aumentan sin parar y, si el lunes suponían el 12 % del total, el día de ayer se cerró acercándose al 14 %. Después de esta constatación, ¿por qué no dar crédito a los policías y guardias civiles que también comunican que trabajan en condiciones de poca seguridad?

La veo en la facilidad con que caen en tentaciones alarmistas algunos responsables públicos. Pienso en la denuncia de que los militares han descubierto cadáveres en residencias de ancianos sin dar más datos ni detalles, amenazan a los responsables con todo el peso de la ley, y a lo mejor esas residencias cumplieron con los protocolos de no tocar los fallecidos hasta que intervengan los servicios funerarios, que están tan desbordados como todos los demás.

Y estoy empezando a ver la desinformación en el mismo contagio. Desde el principio se nos dijo que se producía persona a persona, se nos recomendó no saludar, no besar, no hacer grupos o mantener una distancia de al menos un metro, cosa que se cumple en los súper y, hasta donde sabemos, en los puestos de trabajo. ¡Ah!, pero se extiende el miedo entre los miembros del Consejo de Ministros ¿y qué se hace? Se desinfectan las instalaciones del recinto de la Moncloa. Está bien. No es un trato de privilegio, porque también se desinfectan autobuses, otros lugares públicos y pueblos enteros. Pero me deja una duda: ya no sé si la transmisión del virus se hace en el contacto personal o el virus anda por el aire como en otras pestes de la historia.