Uno de los mensajes que más calan en los discursos de estos días es la «guerra» en la lucha contra el coronavirus. El jefe de Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya, nos tilda a toda la ciudadanía de «soldados» en esta batalla. Sí, es cierto que todo el planeta está en vilo ante su avance, que en cuestión de dos meses ha puesto patas por hombro a todos los estados y que ha obligado a los gobiernos a adoptar medidas drásticas y sobre la marcha según la evolución de infectados y fallecidos. Creo que lo peor de todo es no saber a ciencia cierta cuándo acabará esto. No tenemos otra opción que mirar a China y esperar que lo que allí hicieron nos sirva también a nosotros. Hay que confiar en la ciencia, en los expertos y en las autoridades sanitarias, y es importante remarcarlo puesto que tengo la sensación de que el respeto y el cumplimiento de la ciudadanía al Estado de Alarma necesita de datos que confirmen que ha servido esta medida y estamos salvando vidas humanas. De lo contrario, y después de Semana Santa, creo que el Gobierno nacional tendría más dificultades de convencer a la gente.
En la madrugada del miércoles al jueves (ayer) se aprobó en el Congreso una prórroga de 15 días del Estado de Alarma. Pedro Sánchez contó con el apoyo de la cámara, no sin pocas críticas sobre todo por parte del PP (con capitán A Posteriori, el señor Casado, queriendo dar lecciones con lo que no sabe) y de Vox (y Ciudadanos protestó por la imposibilidad de celebrar el pleno telemáticamente). También el nacionalismo catalán fue muy insistente en reducir al máximo posible la libertad de movimientos (que solamente trabajen las personas que ocupan puestos esenciales). El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, ha explicado ya varias veces en las ruedas de prensa que da a diario en La Moncloa que si España se confina en su totalidad nadie nos podría asistir, porque en China lo que hicieron fue en primer lugar aislar a los once millones que viven en la ciudad de Wuhan (representan el 1% de la población china) y posteriormente elevaron los confinamientos a la provincia de Hubei (con 60 millones de personas en su interior, el 4% del total de habitantes de China). Por tanto, el resto de China sí podía suministrar a esa gente lo que iban necesitando. Hablamos por tanto de dos casos totalmente distintos y la solución que hay que practicar para España no puede ser la aplicada en China.
El himno de Riego tiene una estrofa que dice Soldados, la patria nos llama a la lid. Los «soldados» hoy somos civiles que nos confinamos por solidaridad con el deseo de que se solucione este tema, de salir adelante juntos y que una vez pasado todo se analice por parte de las administraciones todo lo qué pasó, qué se hizo bien y mal. ¡Todo saldrá bien!