Discutible cambio de tendencia

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

JM Cuadrado | Efe

27 mar 2020 . Actualizado a las 08:41 h.

Ocurre en todas las enfermedades: un grado menos de fiebre, un pequeño mejor color de cara, un mínimo síntoma positivo es interpretado como una mejora del paciente. Ocurre también en todas las grandes desgracias: siempre hay alguien que encuentra el lado positivo y se apresura a divulgarlo. En el caso de la epidemia que está matando a tanta gente en España, los portavoces de la provisional alegría han sido el ministro Illa y el doctor Simón: «Los datos de los últimos días indican un cambio de tendencia», dijo el ministro de Sanidad. Cuidado con las euforias: entre miércoles y jueves se produjeron, efectivamente, menos defunciones que el día anterior, pero han sido 655, que hemos de seguir calificando como una barbaridad. El número total de fallecidos supera ya los 4.000. Habrá cambio de tendencia, el número de curados casi duplica al de muertos, pero las cifras siguen siendo dramáticas. Es lícito que el poder político intente crear algo de esperanza en el ciudadano, pero repito: cuidado con las euforias artificiales o políticas.

Cuidado, porque no hay certeza de que se haya producido un milagro en medio de los fallos de aprovisionamiento de material sanitario y de los test que hubo que devolver al vendedor porque no ofrecen garantía y, sencillamente, han sido mal comprados, como si hubiera un gafe que entorpece los ya torpes pasos que dan las autoridades. No alienta nada saber, además, que lo último comprado tardará hasta ocho semanas en llegar en su integridad.

Cuidado, porque estamos ante un fin de semana soleado en gran parte del país y pudiera producirse una relajación en los confinamientos, y no es posible situar a un policía o a un guardia civil en todos los puntos de escapatoria. Y pudiera producirse un descuido en las medidas preventivas que todos aplicamos en los supermercados o incluso en la higiene personal. El cansancio también existe.

Cuidado, porque la opinión pública se está empezando a dividir según las opiniones y posiciones de los partidos políticos y no es descartable que estén surgiendo movimientos que se alinean con alguna forma de protesta y amenazan con romper el principio de unidad que hasta ahora se ha invocado.

Y cuidado, porque el diagnóstico más acertado de las últimas horas quizá sea el del rey: «Las dificultades quizá sean las más graves de nuestro tiempo». Lo son, majestad. Lo son para la salud de los ciudadanos, para una economía que se desploma a ritmo de vértigo, para unas arcas públicas cuya capacidad de resistencia desconocemos y para un tiempo que se avecina largo: nadie se atreve a señalar un punto final. Y mientras haya coronavirus entre nosotros y las infecciones sigan creciendo por millares, habrá emergencia nacional.