¿Y después?

OPINIÓN

Empleados de una empresa californiana cosen mascarillas para hacer frente al coronavirus
Empleados de una empresa californiana cosen mascarillas para hacer frente al coronavirus ETIENNE LAURENT

10 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El Congreso dio luz verde ayer a la tercera prórroga del Estado de Alarma. Por lo que ha trascendido, este nuevo periodo que irá hasta el 26 de abril volverá a las condiciones del primero y por tanto se verá más movilidad de personas que se desplacen a sus puestos de trabajo una vez terminados los días festivos de Semana Santa. En la discusión política sigue estando presente la diversidad de argumentos entre los que defienden un confinamiento severo y los que quieren que haya una mínima actividad económica activa para no paralizar España.

Por ahora parece que el fútbol es de los pocos que se animan a poner fecha a la vuelta a la normalidad, pero sus previsiones más optimistas se sitúan para reanudar las competiciones a finales de mayo, con lo que estaríamos hablando de más de un mes de parón. Es obvio que esta crisis sanitaria imposibilita hacer planes a corto plazo porque hay que ir estudiando al minuto la situación, y más tras las palabras de Pedro Sánchez sobre que está convencido que en dos semanas tendrá que regresar al Congreso a pedir otros 15 días más.

Una vez más, y no sé cuantas van ya, Europa vuelve a fallar. Holanda y Alemania siguen en sus trece y hay que decirlo claro: o se ponen de acuerdo o iremos al desastre. La reedición de unos Pactos de La Moncloa me parecen bien, pero la España tras la muerte de Franco no es el país actual, entre otras cosas porque ahora estamos dentro de la Unión Europea, y sin el paraguas de la solidaridad entre los diferentes pueblos el mal menor no puede ser repetir las políticas de austeridad y del férreo control de las finanzas. Se trata de salvar vidas humanas, de ayudarse unos a otros a superar esta crisis y a retomar la actividad económica tan pronto como sea posible salvaguardando la salud de las y los ciudadanos. Nadie se puede quedar atrás, es necesario rescatar a la gente y apoyarla en su futuro. Quien no lo entienda así que se aparte y que deje de molestar.

En los últimos días han ido a más los bulos. La propagación de cuentas fake (la Policía Nacional calcula 1,5 millones creadas desde el inicio del coronavirus), unido a contenidos irresponsables en algunos medios de comunicación (la foto del Palacio del Hielo de El Mundo con los féretros y la entrevista de Ana Rosa Quintana a un ejecutivo de una empresa que dijo abastecer de test PCR y que el Gobierno le había rechazado) ayudan poco a mantener la tranquilidad, que es y será una cuestión a la que nos veremos obligados a tener porque esto va para muy largo.

Poco o nada que decir sobre Vox (el lunes algunos de sus 52 diputados se saltaron el confinamiento apareciendo por sus despachos en la cámara baja), pero del PP se esperaba más altura de miras como partido de gobierno que es. Casado debe rectificar y ponerse al lado de las y los españoles. Nadie duda que su ideología le impide apoyar a un ejecutivo progresista y no se le pide por tanto un cheque en blanco a Pedro Sánchez, pero no que esté a ver si es más bruto que Abascal para sacar réditos políticos. Ahora no. Es momento de arrimar el hombro y de trabajar y luchar juntos.

Me gustaría destacar el buen comportamiento social. Por supuesto que está habiendo casos deplorables, insolidarios y reprochables, como quienes se han desplazado a sus segundas residencias a pasar esta extraña Semana Santa, pero la inmensa mayoría de la ciudadanía está cumpliendo con lo dictado por las autoridades sanitarias y unos pocos no pueden manchar su esfuerzo y sacrificio.

¿Y después? ¿Qué pasará cuando todo esto termine algún día? Nos merecemos que cuando acabe podamos recuperarnos a la misma velocidad. Necesitamos cambiar una sociedad injusta y equilibrar la riqueza, y como dije en mi anterior artículo, pagar los impuestos que nos corresponden. Sí, es impopular decirlo, pero yo creo en el sistema de redistribución fiscal, en sostener lo público con el dinero de todos en función de nuestro dinero. Creo en esa justicia social que se siente orgulloso del Estado de Bienestar, en no ahorrar en Educación, Sanidad y Pensiones Públicas, entre otras conquistas sociales. No creo en las donaciones a la carta por muy buen fin que tengan ni en los regalos de nadie. Por eso, cuando salgamos de este trance, tenemos que ser más fuertes y más justos.