Hijos del coronavirus

Luis Ferrer i Balsebre
Luís Ferrer i Balsebre LO QUE EL VIRUS SE LLEVÓ

OPINIÓN

Joédson Alves | Efe

12 abr 2020 . Actualizado a las 10:02 h.

Todas las generaciones han estado marcadas por algún acontecimiento doloroso que diezmó la población y reconstruyó el mundo. Terremotos, guerras, pandemias, crisis económicas... Todos dejan marcada a la generación que la padece y a sus descendientes inmediatos.

Los nacidos durante las crisis tienen etiqueta propia. Los pertenecientes a la generación silenciosa o generación beat -nacida entre los años 20 y 40- sufrieron la Primera Guerra Mundial y una gran recesión económica. Los niños de nuestra Guerra Civil, el exilio. Los baby-boomers de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y la guerra fría...

Solo puedo hablar desde mi experiencia como hijo de la generación que vivió la Guerra Civil y una posguerra cruel. A mis padres no les gustaba hablar de la guerra. Y si lo hacían, era desde una seriedad marmórea en la que no cabía mucho más ahondamiento que el relato de la batalla del Ebro. Querían olvidar.

Para sus nietos, en cambio, aquello ya solo fue una historia vacía de emoción y de miedo. De ahí la profusión de obras, asociaciones o películas que actualmente reviven su recuerdo. Una generación las sufre, la siguiente las recuerda y la tercera las interpreta sin ningún rastro de estrés postraumático.

Estos días está fraguándose la generación del coronavirus. Y es en ella en la que hay que depositar la confianza de que sean capaces de desarrollar una nueva sociedad distinta, cibernatural y globalizada.

Los hijos del coronavirus serán los primeros humanos que pilotarán el nuevo mundo. La experiencia del confinamiento les está dando un máster acelerado de adaptación al nuevo ambiente que se vislumbra. Aprenden a estudiar, a jugar, a trabajar, a relacionarse y conocerse desde otras distancias insólitas hasta hace unos días. Están percibiendo, registrando y redescubriendo emociones relegadas de un enorme valor humano.

La estrategia de levantar al muerto del Arte de la guerra chino consiste en hacer revivir algo muy útil que ha caído en desuso o dejadez para ponerlo en valor, como hacen las editoriales o las discográficas que sacan recopilaciones de viejos éxitos, que se vuelven a vender como gran novedad. Los niños del coronavirus están recopilando el valor de la solidaridad aplaudiendo en los balcones, el del tiempo en familia, la importancia del saber, el peligro de lo invisible, la valía de la disciplina, la resiliencia y el valor de un paseo por el parque. Los niños del coronavirus asimilarán la importancia de la higiene, de la comida sin procesar, del cuidado del medio ambiente y de cuáles son nuestros verdaderos enemigos. Serán hombres y mujeres distintos en un mundo distinto, pero con los mejores valores de siempre, de los que sus padres hicieron dejación. Son nuestra esperanza. Esperemos que sus nietos no lo olviden.