Aplausos en las ventanas de un edificio
Aplausos en las ventanas de un edificio ALBERTO LÓPEZ

20 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Realizar una predicción sobre cuáles serán las consecuencias de esta crisis es un atrevimiento que roza la imprudencia. Son tantos los factores que entran en juego, que ni las mentes más preclaras ni los expertos más renombrados me convencerán de sus pronósticos? después de la crisis de 2008 y de otras tantas meteduras de pata, el criterio técnico ha quedado al mismo nivel que los augurios de Rappel, que… dicho sea de paso, tiene más tasa de aciertos que muchos economistas -será cuestión de que los eruditos olviden sus fórmulas y apliquen más el sentido común, o el Tarot que es lo mismo-

Pues bien, a riesgo de meter la pata y con el mismo criterio que el anterior clarividente, me aventuraré a emitir un vaticinio sobre el día después. Pero antes de seguir he de aclarar que,  admitiendo que las consecuencias de este punto de inflexión afectarán a todas las esferas humanas, me centraré en las que, a mi juicio, tengo más disposición y entendimiento. Así que en materia política y económica prefiero ceder la autoridad a otros profetas.

Está claro que la crisis del coronavirus será un hito en nuestra historia que seguramente marcará un antes y un después, como así lo hicieron otros acontecimientos históricos. Por ello no creo que sea exagerado situarlo al mismo nivel que la II Guerra Mundial, la Revolución del 17 u otros hechos que han dejado huella en nuestra cultura. Cuando un acontecimiento como éste que aquí nos trae, precipita un cambio en todas las facetas de nuestra forma de vida… tenga seguro que no se perderá en los registros anecdóticos.

Tendremos que asumir la nueva realidad que nos ha tocado vivir, porque no creo que superemos del todo este trance -deberemos aprender a convivir con el-. La falsa seguridad que nos había transmitido esta sociedad tecnificada se nos ha venido abajo. Un bichito microscópico ha echado por tierra todo el orden social, ahora sabemos que somos vulnerables, que no podemos estar seguros en ningún lugar y que, por mucho que nos preparemos o por muchos recursos que tengamos si nos toca… nos toca. Como decía Jorge Manrique es la democracia de la muerte «y llegados, son iguales los que viven por las manos e los ricos…» creo que se nos había olvidado esta regla universal.

¿Y qué me dice del heroísmo y la solidaridad que la sociedad demuestra? ? pues yo no veo heroísmo por ningún lado ? siempre habrá alguien que de más de lo que se le exige, pero el común de los mortales nos comportamos como dóciles ciudadanos confinados por exigencias del guion, es como si pasar la ITV con mi vehículo me convirtiera en un ciudadano ejemplar, -pues mire usted ¡no!, es que si no lo hago me multan-. Me río de la solidaridad, y no quiero decir que no exista, pero la heroicidad no consiste en acatar normas ni aplaudir a las 20:00 horas, sino a lo mejor todo lo contrario, igual hay que saltarse las reglas si es que eso ayuda a los demás. Cuando salgamos de este confinamiento… «forzoso», no lo olvide, sentiremos que los derechos son relativos y que somos hojas arrastradas por el viento de los acontecimientos. -¡Claro que la situación lo exige!, no estoy discutiendo eso- lo que digo es que los cimientos inamovibles de nuestra sociedad han empezado a moverse y desde el día 1 d.CV tendremos que buscar otras referencias en nuestra vida. Estoy seguro que después de esto se va a iniciar un cambio de mentalidad, quizás marcado por el pesimismo o por la decepción de haber tenido algo y haberlo perdido de golpe. La Europa común, la Europa solidaria resultó ser un cuento, -cuando vienen mal dadas que cada cual se arregle-, el chascarrillo de acaparar el papel higiénico es una metáfora jocosa de la fraternidad entre los estados miembros, todo ello aderezado por la Novena Sinfonía de Beethoven, -que siempre me pareció farisaica y ahora todavía más-. No le quepa duda de que las fronteras volverán, nos pondrán más trabas para viajar, nos cerraremos más entre nuestros muros y ciertamente ¿por qué no hacerlo? Si de verdad podemos interactuar a través de la red, -durante el encierro hemos visto como podemos recrear el mundo en nuestras pantallas-, ¿por qué vamos a gastar dinero viajando? ¿por qué vamos a arriesgar nuestra salud moviéndonos de un lugar a otro? A partir de ahora el mundo quedará enlatado, será una existencia un poco más virtual, más edulcorada y desglobalizada, quién se lo iba a decir a McLuhan, o quién se lo iba a decir a Julio Verne cuando escribió la vuelta al mundo en 80 días… siglo y medio después entre el coronavirus y el Brexit, Phileas Fogg no podría salir ni de Inglaterra.

Hay veces que en la historia se progresa y otras… no, y aunque espero que se cumpla el tópico de retroceder para coger carrera, mucho me temo que este paso atrás no traerá nada bueno.