El poliamor de la discordia

OPINIÓN

J.J. Guillen

08 may 2020 . Actualizado a las 09:52 h.

Son como niños que se enfurruñan cuando otro crío tiene una bicicleta mejor que la suya o cuando ven a su madre haciendo carantoñas a un sobrino. O quizá sean como las parejas que se pelean, pero se mueren de celos cuando descubren a su otra mitad tomando una caña con otra persona o descubren que un tercero o tercera les manda mensajes telefónicos de doble sentido. Algo así le ocurrió a Oriol Junqueras al ver la que se montó después del voto afirmativo de Ciudadanos a la cuarta prórroga del estado de alarma. Como se empezó a hablar de «nuevo escenario político» y como las tertulias se pusieron a especular sobre si Inés Arrimadas era la nueva socia preferente de Pedro Sánchez, el señor Junqueras le envió al presidente este mensaje a través de Radio Nacional: «El PSOE debe decidir si se lanza a los brazos de Ciudadanos o mantiene las mayorías de la investidura». Es decir, «o Ciudadanos o Esquerra». Nada de otros amoríos.

¡Qué gran confesión! Si no entiendo muy mal, el partido independentista catalán quiere para sí toda la libertad de movimientos. Quiere tumbar la prórroga de la alarma, pero al mismo tiempo que se le perdone. Quiere dejar a Sánchez y a su Gobierno al pie de los caballos y no le permite que trate de salvarse agarrándose al clavo ardiendo de Cs. Quiere imponer un estado de alarma o un no estado de alarma, pero al mismo tiempo quiere ser el socio preferente de quien propone lo contrario. En el fondo, lo que quiere es gobernar indirectamente y que el Gobierno de la nación se someta a sus deseos y necesidades. Si no lo hace, está dispuesto a hacerlo caer. Es lo dicho el día anterior y prácticamente todos los días de estos últimos meses por su delegado en Madrid, Gabriel Rufián: «Sin diálogo [con Esquerra, se entiende] no hay investidura».

Es curioso que este enfrentamiento con algo de chantaje no se planteó cuando el PP permitía aprobar el estado de alarma. Es natural: ni Pablo Casado ni su partido van a ser nunca aliados de una coalición del PSOE y Podemos. Claro: no es enemigo. Dicho en términos amorosos, ni Sánchez ni Casado son la otra. Ah, pero Ciudadanos sí es peligroso. Ciudadanos sí puede ser la otra. Y, para rematar el cuadro, Esquerra quiere irse de España, pero sienta muy bien sentirse poderoso dentro de España y poder decidir ante un Gobierno siempre necesitado de un tercero. Nuria Roca y su marido podrían organizar un cursillo para explicar a Oriol Junqueras y Pedro Sánchez qué es eso del poliamor. Sería un buen servicio a la estabilidad, porque cuando se acepta el poliamor los matrimonios duran mucho más. Con Zapatero funcionó. Lo que ocurre es que entonces José Blanco lo llamó «geometría variable».