Economía o salud

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Ballesteros | Efe

10 may 2020 . Actualizado a las 10:07 h.

Lo terrible de esta pandemia es que nos da a elegir entre morir por el virus o perecer en la más absoluta miseria. Con el agravante añadido de que optar por una de las alternativas no nos garantiza que salgamos indemnes porque se cumpla la otra. Podemos inclinarnos por proteger la economía; mejor, lo que nos va a quedar de ella, y sin embargo no lograr sobrevivir. O podemos olvidarnos de los marcadores económicos y sociales con un resultado también catastrófico.

Pero aun aceptando esta enorme dificultad resulta tan intolerable como obsceno el debate establecido entre economía y salud. Entre euros o vidas. Tan ultrajante como que se planten ante nuestras caras y nos digan que hay que abrir playas o terrazas pensando en frenar las pérdidas económicas. O que se proponga avanzar en el desconfinamiento incumpliendo gran parte de los parámetros establecidos y presentando peores cifras que algunos países que están cerrados a cal y canto, con la justificación de que «estamos entre la espada económica y la pared sanitaria». Parece como si las víctimas que nos caen cada mañana no fuesen más que números. Y que hayan dejado de pesar sobre sus conciencias. ¿Cuántos euros creen que vale una vida, aunque sea la de un anciano de 98 años?

Lo que está en juego no es el futuro de Pedro Sánchez, ni de Pablo Casado, ni tan siquiera de Díaz Ayuso. Allá ellos. Nos estamos jugando el tipo; el salir vivos. Y por eso las decisiones no se pueden tomar anteponiendo la economía, ni por presiones, ni en función de unas opiniones de quienes no conocemos. El éxito está en saber armonizar la protección de nuestras vidas con las perspectivas económicas, sabiendo que lo que hay que priorizar es nuestra existencia. Que no deberíamos de tener que decírselo. Las decisiones hay que tomarlas razonadamente, con criterios sanitarios y científicos y no políticos. Y consensuarlas, aunque solo sea por aquello que decía Anacarsis de que los inteligentes deliberan y los necios deciden solos.

La historia recogerá detalladamente estos crispados tiempos pandémicos. Nos revelará los errores y aciertos, si es que los hubo. Y dejará al descubierto también a los insensatos que antepongan otros intereses que no sean los de nuestra supervivencia. Y que, nunca creí que iba a tener que escribirlo, hay más de los que parece.