¿Un invierno sin gripe?

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

24 may 2020 . Actualizado a las 10:51 h.

Si suponemos que las personas somos puntos conectados con otros puntos, la red tejida por ellos y las líneas que los interconectan describe una geometría que nos ayuda a investigar cómo se propagan los virus en las poblaciones. En un equipo con el que trabajo también lo hacemos observando otras epidemias, como la de gripe común.

Al empezar a bucear en los detalles de su evolución, uno se encuentra con que la gripe común nunca desaparece a lo largo del año. Por ejemplo, en la última quincena de junio del año pasado en Galicia se registraron más de una treintena de casos por semana. El pico se produjo a principios de febrero, a partir de ahí la curva cayó a valores mínimos en pleno verano, y después volvió a rebrotar en otoño. Algo parecido a lo que se espera para la covid-19. La diferencia está en que el factor con el que se multiplican sus contagios puede llegar a ser el triple del de la gripe, que es de solo 1.3.

Si hemos conseguido bajar la curva de contagios de covid-19 ha sido porque hemos reducido artificialmente su factor de multiplicación, hasta hacerlo menor de 1. ¿Cómo? Cambiando nuestra geometría social, de modo que divida por 4 o por 5 ese factor. La pregunta que me hago es: si con nuestros nuevos hábitos sociales (distanciamiento, mascarillas…) y de higiene consolidamos parte de ese cambio, ¿qué va a pasar con la gripe?

No sería descabellado pensar que su factor de multiplicación se podría reducir por debajo de 1 y, si eso ocurriese, podríamos llegar a pasar un invierno sin gripe.