Las dos Españas del Congreso

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

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04 jun 2020 . Actualizado a las 09:32 h.

El debate de ayer no fue sobre la prórroga del estado de alarma, quizá porque ya se sabía el resultado de la votación. Fue un debate sobre el estado de la nación, sobre todo por parte de los partidos conservadores. Y ahí aparecieron las dos Españas de siempre, y no quiero dramatizar; las dos Españas en versión 2020; la que está satisfecha con el rumbo de la política, la economía e incluso con la crisis sanitaria, y la que observa todo como un desastre, una gestión calamitosa, una ruina económica.

En la primera de las bandas está el presidente del Gobierno, con su autocomplacencia de gobernante y sus bellas palabras de llamadas a la unidad y a la concordia: Penélope que desteje por la noche de los hechos lo tejido por el día de los discursos. Vive en un mundo feliz en el que la reconstrucción está al alcance de la mano y le faltó decir, como los nacionalistas, que en su país no habrá más enfermos ni muertos por falta de atención. Todo lo tiene previsto y habrá un decreto para combatir los rebrotes de la epidemia, si se atreven a salir.

Le acompañaron en su visión complaciente, aunque disimulada por pudor, los que compusieron en su día el llamado bloque de la investidura. No es que estén entusiasmados, pero tienen un argumento que los une: la derecha, compendio de todos los males pasados, presentes y futuros. No hay nada que los aglutine con más fuerza que tener un enemigo común al que puedan presentar como peligro para la democracia. Ninguno, salvo el portavoz de Compromís, quiere presentarse como socio de Sánchez, pero Sánchez ha de saber que puede contar con ellos en caso de emergencia. Es decir, siempre.

Y esa derecha tiene dos tonos, pero compite por demostrar cuál de los dos es más contundente: esto es el caos, la destrucción económica, la irresponsabilidad política y la condena social. Se miran de reojo, se vigilan, pero funcionan como si se hubieran repartido los papeles. Casado aporta el dato demoledor de la caída industrial, de la descapitalización, de los parados, incluso del hambre. Abascal aporta el sentimiento nacional herido, los muros de la patria, la bandera, la dignidad nacional y el ataque directo al padre de Pablo Iglesias. Sí, parecen complementarios y ellos sí que son socios en gobiernos autonómicos. Son las tonalidades de la derecha, ahora que Ciudadanos se escora hacia la socialdemocracia.

Sí, las dos Españas. Pocas veces se han visto tan claras y pocas veces se han visto tan irreconciliables. Y lo malo es que la división es creciente, como un estigma de la historia que se niega a desaparecer. Ese es mi diagnóstico después de lo visto ayer. Me parece más inquietante que el simple diagnóstico de la crispación.