«Snowpiercer» es evasión

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

07 jun 2020 . Actualizado a las 09:23 h.

Bong Joon-ho triunfó en los últimos Óscar con Parásitos, pero hasta entonces su película más conocida era Snowpiercer, una distopía que data de la época antes del coronavirus, en la que las distopías se limitaban al terreno de la fantasía. Ahora la pandemia ha enseñado que los relatos apocalípticos pueden ser más o menos increíbles, más o menos improbables, pero no imposibles. Así la adaptación por capítulos que Netflix ha hecho de Snowpiercer: Rompenieves se observa hoy con otra mirada.

En su arranque, la serie desarrolla la película y el cómic en el que se inspiró para convertirse en una obra nueva, más pausada y consagrada al entretenimiento. Parte, como las anteriores, de un futuro en el que la lucha contra el cambio climático lleva a los científicos a intentar enfriar la Tierra con tanto ahínco que generan una edad de hielo en la que la temperatura ambiente ronda los 200 bajo cero. La única salida para la humanidad acaba siendo subir a bordo de un último tren retrofuturista promovido por un misterioso magnate que circula alrededor del mundo sin detenerse jamás. Sus 1.001 vagones se convierten en un Orient Express del capitalismo y la guerra de clases. La élite viaja en los radiantes departamentos delanteros comiendo sushi, mientras que, en los coches de cola, los oprimidos se hacinan, pelean por la comida y cocinan una sublevación que promete momentos de evasión.