Culpables

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Ricardo Rubio - Europa Press

16 jun 2020 . Actualizado a las 09:21 h.

No hay pérdida significativa en el ser humano que no reclame un culpable. Carecer de culpables inunda la pérdida de un sin sentido tan humano como insoportable. Si no se identifica al culpable no es raro que la angustia de la pérdida se proyecte sobre uno mismo abriendo un expectativa de autocastigo que puede ser aún más angustiosa. Esta verdad psicológica es la que está impulsando a los familiares de las víctimas, a la oposición y al propio Gobierno a acusarse unos y otros con el fin de encontrar un culpable sobre el que poder ejecutar el castigo.

La búsqueda del chivo expiatorio de la hecatombe ha llegado a amenazar estas semanas al colectivo sanitario; algunos ciudadanos han comenzado presentar querellas contra médicos, enfermeras, auxiliares... a convertir a los aplaudidos héroes en supuestos villanos, sin otra razón que el dolor de la pérdida y la impotencia frente a ella. Cuesta asumir que la culpa de todo la tiene un virus y solo un virus, pero la soberbia humana no acepta que seguimos siendo seres vulnerables a los que ni toda la ciencia y la tecnología de nuestra era es capaz de defender de una simple secuencia de ADN asesino.

No hay juzgados, ni menciones de censura, ni acusaciones destempladas, ni enemigos extranjeros, ni complots conspiranoicos, ni triajes homicidas que alivien el dolor de una pérdida abrupta y sin sentido. En pandemias de otros tiempos no ocurrieron estas cosas, no ocurrieron porque eran tiempos creyentes y ese extraño don que es la fe, proporcionaba el alivio de la resignación y la seguridad de que todo aquello era un castigo divino. Los culpa era nuestra, individual o colectiva, no había que buscarla en relatos.

Sin fe y sin dioses solo quedan los juzgados. Final del formulario.