Ya lo pensaré mañana

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

17 jun 2020 . Actualizado a las 09:13 h.

Apenas dos minutos antes del The End, Escarlata O’Hara gestiona el abandono de Rhett Butler con una oración inspiradora: «Ya lo pensaré mañana». Con las décadas esa disposición a doblegar las urgencias fue bautizada con el atildado procrastinar, pero ya entonces esa indicación en la boca de la bella Vivien Leigh escondía una estrategia subversiva para quienes sentíamos que cualquier aplazamiento entrañaba una debilidad. Acompañadas por Scarlett, un día sucedió que al reposar algún tipo de tormento, amaestrada la ansiedad, por la mañana aparecía un camino nuevo en cuyas hechuras era imposible reparar la noche anterior. Algo así sucedió durante el confinamiento, para muchos un dulce yalopensarémañana por decreto ley y sin remordimientos que Lo Nuevo Normal ha convertido en un recuerdo borroso.

Esto también era Lo que el viento se llevó, además de una película del año 1939 que transpiraba racismo, clasismo, machismo y un apego a la tierra de terrateniente y polisón. Todo muy fastidioso bajo una visión decente de la vida que sigue sin estar garantizada, porque la realidad del 2020 es mucho más fea de lo que nuestra engreída percepción de la historia nos permite advertir.

Nada de lo rodado o de lo escrito desaparece con confinamientos profilácticos. Con el que amagó la nueva plataforma HBO Max sonó como ese sonajero del márketing formulado por Oscar Wilde, «solo hay una cosa peor que hablen de ti y es que no hablen de ti». La amenaza de eliminación le ha dado una nueva vida a Lo que el viento... y a esa consideración terrible de la raza que destila y contra la que es más fácil vacunarse desde el conocimiento. A veces solo reparamos en lo que perdemos.