Los místicos y majos de Pandemia

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

21 jun 2020 . Actualizado a las 11:24 h.

Los místicos y los majos, con sus corazones ardientes y con sus corazones amerengados, que comparten parecidos arrebatos, se están disolviendo como un azucarillo en el café con mala leche de los tiempos que corren y nos corroen. Estos místicos y majos de Pandemia que nos anunciaron grandes cambios salvíficos se tienen que rendir a la evidencia. El arresto domiciliario no ha traído debajo del brazo el pan de la bondad universal. Todo sigue más o menos parecido, pero con mucha gente sufriendo duros latigazos económicos. El epílogo viene más bien con un bate de béisbol en manos del payaso ido que creó Stephen King. La cadena siempre rompe por el eslabón más débil. El estallido social en Estados Unidos es un síntoma más de que Pandemia no termina en una eucaristía multitudinaria ni en un rodaje eufórico y dopado de Mamma mía! Seguimos con parecidos vicios. El malo es malo, y el bueno escasea. Los pensadores más famosos han puesto a rumiar las batidoras de sus cabezas. Slavoj Zizek es el más entusiasta sin escapar de las sombras. Zizek nos dice que necesitamos a Kant, nada menos que a Kant, y su teoría del «uso público de la razón». El problema es que hay mucha más realidad en algunas páginas brutales de Dostoyevski que en el deseo de Zizek de que hallemos el camino hacia «una vida decente». Dice Zizek que la conciencia del virus y del confinamiento nos puede llevar a huir de una vez por todas del nerviosismo del capitalismo y del animismo capitalista. Lo dudo. La mayoría de los países nos estamos echando en brazos de rescates que nos chuparán la sangre. Christophe Guilluy explica otra arista de la crisis en este párrafo sin tonterías: «Los gobiernos no nos han tratado como ciudadanos, sino como niños. Sufrimos una profunda ansiedad colectiva por el virus del miedo de la que será difícil salir. ¿Una sociedad asustada es todavía una sociedad?». Mejor no plantearse la respuesta de esa pregunta puñalada. No puede faltar en esta avalancha de cuñadismo de los filósofos el hombre que siempre está de moda, Byung-Chul Han, que dispara con munición de alto calibre: «Solo los ricos se pueden permitir la distancia social. Se retiran a sus villas en el campo, mientras que los pobres siguen teniendo que viajar al trabajo desde los suburbios en trenes repletos». Y por si todavía tenemos ganas de buenismo y de repartir el poco dinero que nos queda por las calles tenemos al francés Michel Houllebecq que se ha sumado a la reflexión sobre Pandemia, desde su estanco de fango: «El mundo será exactamente igual, será el mismo, solo que un poco peor». Ya saben. Los optimistas y románticos contraen matrimonio. Los realistas o pesimistas bien informados contraen enfermedades o deudas. La esperanza la dejamos para esos murales de Banksy (la enfermera es la superheroína) que nos desnudan.