¡Feliz «Coronacumple»!

OPINIÓN

29 jun 2020 . Actualizado a las 19:04 h.

Cuando Ovando de Padierna (el pseudónimo elegido por él mismo), el protagonista de la historia que está usted por leer, decidió celebrar su cumpleaños el mes pasado en su México natal tan sólo había 7.000 fallecidos por la pandemia.

Ese número, por alguna inexplicable razón, no parecía algo serio o dramático, pues gente como Ovando aún veía que la COVID-19 tenía un lado menos trágico (lo siento, escribir «gracioso» me cuesta mucho). Dicho lo anterior, él decidió celebrar su cumpleaños con una temática muy peculiar. Sí, así como quien organiza una fiesta de disfraces evocando la era vikinga, o quien recrea una fiesta de los tiempos medievales, o se pone el disfraz de un superhéroe, él se decantó por la pandemia. Nada más y nada menos que la tarta y la camiseta de su fiesta (en pleno confinamiento) estuvieron dedicadas al virus que le cambió la sonrisa al mundo por un tapabocas.

Así como lo lee, estimado lector. En España sería sencillamente impensable que al pasear por las calles del centro de Oviedo o por la Calle Mayor, en Madrid, pudiese uno encontrar en las confiterías tradicionales una tarta dedicada al coronavirus (caricaturizado al estilo de los Angry Birds). Me parece que aquí sería imposible pillarle el lado amable al bicho que nos dejó un pebetero negro en la capital, en memoria de las casi 30.000 personas que de un día para otro dejaron de estar entre nosotros. Honestamente, no puedo imaginar a alguien haciendo un chiste sobre una pandemia que dejó a miles de abuelos, a lo largo y ancho del país, muriendo en soledad en las residencias. Miles, sin una última caricia o un último adiós de sus familiares. De verdad, no puedo. No puedo porque me parece que la tinta en la portada del miércoles 8 de abril del diario El Mundo, en la que se muestran los ataúdes en el Palacio del Hielo, aún no ha terminado de secarse.

Pero en México (y en el resto de América Latina), la realidad, como lo dijo en algún momento el reconocido escritor mexicano Juan Villoro «va de lo desenfocado a lo alucinatorio… No hay miradas puras ni realidades intactas».  Sólo así se puede entender la existencia de la tarta en la imagen que ilustra esta pieza.

De Padierna celebró, en familia, su cumpleaños con eso: un postre dedicado al virus que, hasta ese día, sólo se había cobrado la vida de 7.000 mexicanos. Sin embargo, hoy, un mes después de aquella fiesta, ya son más de 22.000 fallecidos los que México no ha terminado de llorar. Y la curva no cae. Y el pico no llega. ¡Ah! Y aquel día, su día, De Padierna (que, por cierto, es descendiente de asturianos) también recibió una camiseta con una versión bonachona del virus que ponía «Happy Coronabirthday to me» (Feliz Coronacumple para a mí). 

La polémica tarta les costó 30 euros. Él y su esposa la encontraron vía Facebook.

Por otro lado, puede ser que las dramáticas estimaciones del FMI sobre la economía mundial para este año no sean tan relevantes en México: un país que lleva una racha de varios años en franco deterioro económico y social. Es cierto que 7.000 muertos, o 20.000 de ellos, frente a los más de 35.000 asesinatos que se registraron en ese país durante 2019, parece algo secundario. ¿Qué peligro representa para los mexicanos una gripe furibunda frente a la impunidad que protege al hampa?

Según la investigación Homicidio doloso en México: reporte 2019, publicada en el portal Impunidad Cero, sólo se resuelve uno de cada diez asesinatos. En ese mismo reporte, pero con datos del año pasado, la relación era de uno por cada ocho. De Padierna conoce estos datos. En su familia nadie ha sido asesinado, pero sí han sido atracados. Un pariente suyo, de los que todavía viven en el país, lleva años siendo víctima del fructífero negocio de las nuevas bandas criminales de la Ciudad de México: la extorsión. Otros, sólo han sido víctimas del miedo y han decidido instalarse en Estados Unidos y en España.

Tal vez así, sólo así, sea posible imaginarse a un paisanín cantando «Feliz Coronacumple para mi, feliz Coronacumple para mí…» a más de 10.000 kilómetros de distancia.