Cuarentena de cinco días

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

XAIME RAMALLAL

07 jul 2020 . Actualizado a las 09:01 h.

Sabíamos, porque nos lo habían advertido por activa y por pasiva, que una vez superada la pandemia y recuperada la movilidad vendrían los rebrotes. Y que los servicios autonómicos de salud, ya en plenitud de facultades y sin «mando único» al que endilgarle el desastre -Madrid o Barcelona- y negarle lo menos malo -Galicia o Asturias-, debían permanecer alerta y preparados para hacer frente a los nuevos focos de contagio.

Lo primero, para frustración de quienes aún confiábamos en que el calor nos concediese una tregua, se ha confirmado: medio centenar de brotes, de diversa intensidad, salpican a casi todas las comunidades autónomas. Lo segundo, aparentemente, también comienza a funcionar: los focos son detectados y las autoridades autonómicas toman medidas para mantenerlos a raya. Introduje el adverbio aparentemente por cautela, a la vista de que cada comunidad autónoma informa o desinforma a su peculiar manera.

Doy por hecho que todos los gobiernos autonómicos están haciendo lo que deben hacer. Seguro que había fundadas razones para retrotraer el Bajo Aragón-Caspe, 80.000 ciudadanos, a la fase 2 de la desescalada. O que la Generalitat hizo bien en confinar a 210.000 leridanos de la comarca de Segrià. O que la Xunta de Galicia acierta al decretar la cuarentena de 71.000 habitantes de catorce concellos de A Mariña lucense. Medidas restrictivas aconsejadas, sin duda, por la prudencia y los expertos.

Hay, sin embargo, alguna llamativa diferencia entre la decisión del presidente de la Xunta y la de sus homólogos. Primera, la del retraso. El brote de A Mariña se detectó el 24 de junio; el aislamiento de la comarca entró en vigor ayer. Núñez Feijoo parece haber perdido sus reflejos durante la pandemia. En marzo, en cuanto avistó el tsunami que se nos venía encima, suspendió la precampaña electoral y pilló con el pie cambiado a la oposición: Gonzalo Caballero tardó un día en anular la suya. Esta vez ha sido al revés. El viernes, los partidos de la oposición decidieron suspender su campaña electoral en A Mariña y el PP no reaccionó hasta el domingo.

Pero lo más sorprendente es la innovación introducida: la cuarentena de cinco días. Nunca los quaranta giorni, fijados por los venecianos del siglo XIV para combatir la peste bubónica, cayeron tan bajo. Habituados ya a la cuarentena de quince días prorrogables, como la establecida en la Segrià leridana o durante el largo confinamiento de los 50 días, los mariñanos tendrán el discutible honor de inaugurar la cuarentena más breve de la historia. Pero no echen las campanas al vuelo: tal vez, después de la obligada pausa de hidratación electoral, venga la prórroga.

Tengo la duda de quién ha diseñado esa cuarentena de cinco días. Si han sido los expertos, con criterios médicos que este profano desconoce, nada tengo que objetar. Pero si el invento surgió en algún despacho oficial, simplemente porque hay elecciones el domingo, entonces le recomendaría a Núñez Feijoo que reflexione sobre sus propias palabras de ayer tarde: no hagamos política con el virus.