Figuras estilizadas

OPINIÓN

09 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Triángulo, figura geométrica por antonomasia. Espacio limitado con el menor número de lados. Admite tres formas distintas y bien diferenciadas: El equilibrio perfecto (Equilátero), dos lados de confluencia (Isósceles). Discrepancia total (Escaleno). Y, la discrepancia en todo tipo de grados (Escaleno).

Así podemos estructurar las relaciones de la sociedad, de la familia, de la amistad. Las relaciones de los seres humanos obedecen en síntesis a este triple patrón: equilateralidad,  isoscelidad y escalenidad. Pero, si lo llevamos al plano económico podríamos valernos del mismo patrón: Equilibrio de fuerzas. Dos concordantes y Discrepancia, total.

En el devenir de la historia, hay un triángulo marcado por estos tres vértices: Roma, Wall Street y Oriente (China). El primero se remonta al Imperio de Occidente, vertebrado por unas infrastucturas firmes en el tiempo: las calzadas romanas. Un ejército combatiendo en forma de coraza impenetrable: Las Legiones y una lengua sostén de la Cultura: El Latín

Del segundo vértice que cronológicamente brilla en la Historia: Wall Street, menos puedo aportar ya que no soy economista: Pero, a través de un  concepto moderno de la economía levantó en el mismo corazón de la gran manzana la tómbola gigante de la  feria del dinero: LA BOLSA.

Y, del tercer vértice: El Oriente (China). Su impacto más decidido en la economía global es de rabiosa actualidad: siglo XXI. Ya representa casi un tercio del PIB mundial. Se apoya fundamentalmente en el binomio conceptual de: cooperación absoluta de la sociedad y en la «Guerra» comercial. «…un gobierno burocrático sofisticado y un autoritarismo confuciano» (p. 190, El despertar de China, Luis Torras).

El futuro está por escribir. Pero, sus bases ya son sólidas y de alguna formar van a definir los vértices de ese triángulo que, mal que nos pese, seguirá teniendo tres vértices y tres lados. La confluencia de los mismos y sus continuas discusiones y discrepancias las irán anotando en los archivos los “amanuenses” de turno para que futuros historiadores, también en el tiempo, sigan escribiendo el libro de la Historia de la Humanidad.

Triángulo del futuro apoyado en el vértice que se pierde en el tiempo, en el del presente próximo y cercano y, cómo no en la ilusión y la imaginación del hombre que siempre está dibujando su futuro.