Felipe Pombo Paz, uno de los ángeles del GREIM

Esther Canteli
Esther Canteli REDACCIÓN

OPINIÓN

Felipe Pombo Paz
Felipe Pombo Paz

19 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando su madre lo alumbró, camino de Oviedo desde Pola de Somiedo, el destino de Felipe Pombo parecía estar escrito en verde. Ese verde esperanza de los paisajes más asturianos.

Resulta que aquel bebé ágil y despierto, que con el tiempo se convertiría en Pipo para sus muchos amigos y seres queridos, era hijo del Cuerpo. Así que Pipo, al gusto por la verde naturaleza astur, unió la vocación verde por la vida en la Guardia Civil.

Dicen sus amigos que Pipo siempre tuvo querencia por el riesgo, pero sobre todo para investigarlo a fondo, haciendo posible que los demás pudieran gestionar la aventura en la naturaleza de la forma más segura y saludable.

Y es que este sesentañero de buen ver, en óptima forma física y mental, forma parte de esa generación de la Guardia Civil que fue pionera en la profesionalización de los rescates en alta montaña. Esquiador y escalador no solo por exigencias del guion, sino por pura devoción personal, Pipo es además uno de los mejores especialistas en el adiestramiento de perros de avalancha, y fue el primer Guardia Civil que entrenó y tuteló a uno de estos canes en Asturias.

Compañero ejemplar, leal amigo, profesional inquieto y resolutivo, Pipo no para nunca. Siempre está pensando en abordar diferentes retos: una nueva vía de escalada, una cueva desconocida, una travesía marítima, un tranquilo paseo con sus perros… 

Pues sí, los perros, esos que tanto adiestró para los rescates en las avalanchas en la alta montaña, se convertirían para siempre y desde muy joven en sus compañeros inseparables. Hasta tal punto que Pipo fue construyendo con sus propias manos y con su amplio coraje una guardería canina, llamada «El razón», que es un modelo de diseño y gestión, en las inmediaciones de Mieres, donde Pipo tuvo su destino durante la mayor parte de su carrera en la Guardia Civil.

El pasado 4 de julio, se jubiló oficialmente de su admirado Cuerpo, y lo hizo de una forma que resume y simboliza su vida: en la cumbre del picu Urriellu, rodeado y arropado por su círculo más íntimo y sólido de afectos.

La verdad es que yo, que tengo algunos buenos amigos «picoletos» - me encanta bromear con ellos y llamarlos así -, confieso que Pipo es uno de esos Guardias Civiles que te hacen confiar en el Cuerpo, y tener la noble sensación de que el GREIM (Grupo Especial de Intervención en Montaña) es uno colectivo lleno de ángeles protectores. Y uno de ellos se llama Felipe Pombo Paz.