Oviedo se prepara para despertarse de la pesadilla

OPINIÓN

Calle Pelayo, en Oviedo, en el primer día laboral de la nueva normalidad
Calle Pelayo, en Oviedo, en el primer día laboral de la nueva normalidad

30 jul 2020 . Actualizado a las 19:48 h.

Oviedo quiere despertarse tras la pesadilla, desperezarse de este sueño atroz que se ha llevado decenas de vidas de ovetenses, que ha cambiado nuestro rumbo sometido de repente al capricho de un virus microscópico. El Covid-19 ha reflejado  nuestra medida, la verdadera dimensión del ser humano: no gobernamos el mundo, estamos a su merced. Oviedo no ha sido una excepción. Primero sorprendida con un brote en la Fundación Masaveu y en otros centros escolares, luego confinada durante semanas, abandonadas las calles a su albedrío, una Vetusta vacía como esas tardes de siesta clarinianas.

La ciudad ha sido un páramo en parques y plazas. Una urbe en esqueleto con el músculo de los balcones a rebosar. Quien haya caminado por el desierto de la calle Uría o del Campo San Francisco en esas semanas de la primavera de 2020 se habrá emocionado por la soledad y por el silencio: un recuerdo difícil de borrar. Las colas de los supermercados, los aplausos de las ocho, el conteo interminable de los muertos, ya ausentes. La vida intramuros, conectada a través del móvil, la necesidad de un abrazo o de un beso que se postergaron, la tortura psicológica de un confinamiento de puertas cerradas.

Meses después, Oviedo sigue anhelando la normalidad que solo llegará en forma de vacuna. Mientras tanto, hay que seguir viviendo con las nuevas normas: higiene, mascarilla, distancia social. Son las nuevas leyes del respeto mutuo. Miramos  con nostalgia aquel mundo que se vivía en sociedad; ahora no toca. La preocupación por los rebrotes, la inconsciencia de unos pocos que ponen en riesgo a muchos, son un signo de que el virus sigue aquí y sobre todo que quiere quedarse aquí en su afán de supervivencia. En nuestra mano está combatirlo: con armas de aislamiento y con las de la ciencia: la cúspide del razonamiento humano.     

Ovetenses vuelve a su cita con los lectores. La publicación de La Voz de Asturias que se entrega gratuitamente fue también una accidental víctima de la pandemia. El virus impidió su  publicación en marzo y condenó a la revista a un letargo obligatorio. Ahora sale a la luz lo que se quedó en el tintero por culpa de una pandemia que ya forma parte de nuestras vidas. Empezamos hablando de  cómo la ciudad se prepara para la reconstrucción, económica, social y cultural, medidas indispensables para cuando la pesadilla pase y Oviedo, como el resto del planeta, despierte.

 Pero también rescatamos otros contenidos. Recordamos otros tiempos difíciles, los de la Guerra Civil, y repasamos las cicatrices que la contienda dejó en Oviedo, los focos clave del enfrentamiento, lugares emblemáticos como el coloso de El Cueto, el baluarte republicano que está perfectamente conservado. Y paseamos por las calles de Ventanielles, un ejemplo de convivencia y unos de los barrios más multiculturales de la ciudad, que destaca, según sus vecinos, por su sentimiento de unidad. Debatimos sobre la bandera de España en La Escandalera y también pedimos opinión a los ovetenses sobre cómo se debe dinamizar el casco antiguo de la capital: cómo se puede devolver la vida al casco histórico.

Entrevistamos a Graciano García, un protagonista fundamental para conocer la Asturias del último medio siglo. Maestro de periodistas, bajo la estela de Asturias Semanal se incubó una nueva generación de profesionales. Pero su gran legado  es el germen y desarrollo de la Fundación Príncipe de Asturias, que pone a Oviedo y a la región en todos los focos. Ideas hay muchas pero pocas cuajan con la altura que consiguió Graciano García. Ahora trabaja para hacer de Asturias la capital mundial de la poesía, su otra gran pasión.

Y también hablamos con Viti, el histórico portero del Real Oviedo. En la conversación surgen los recuerdos de un Oviedo en Primera División, de cuando el club azul ganaba la Copa de la Liga o se clasificaba para la UEFA. También de las penurias y de los descensos, de los largos viajes en autobús por toda España y del ascendente peso del representante en el mundo del fútbol. De aquellos barrizales que ahora son praderas impecables. 

Viejos tiempos frente a los nuevos tiempos. Esperemos que los nubarrones se vayan despejando y nos dejen ver la luz.