Nublado sobre Kokura

Manuel Luis Casalderrey
Manuel-Luis Casalderrey RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

DAI KUROKAWA | Efe

06 ago 2020 . Actualizado a las 10:00 h.

La Segunda Guerra Mundial había terminado en Europa, pero Japón no se rendía. Los ataques de los pilotos kamikazes nipones contra blancos norteamericanos empeoraban las cosas. Después de analizar varias posibilidades para forzar la rendición de Japón, el presidente Truman ordenó un ataque nuclear sobre ciudades japonesas.

El día 6 de agosto de 1945 (hace ahora 75 años) se lanzo sobre Hiroshima una bomba atómica que llevaba como combustible 64 kilos de uranio-235 y tenía una potencia explosiva de 17 kilotones (equivalente a 17.000 toneladas del explosivo convencional TNT). En el bombardero B-29 se ensamblaron las distintas partes de la bomba hasta alcanzar el tamaño crítico necesario para explotar y se soltó el proyectil. El hongo térmico arrasó todo lo que encontró a su alrededor causando miles de muertos y la destrucción de la ciudad de Hiroshima.

Pese a ello, los japoneses no hicieron ademán de rendirse. La Casa Blanca ordenó el lanzamiento de la segunda bomba, el 9 de agosto, sobre Kokura. El cielo estaba nublado sobre esta ciudad y eso hizo que se decidiese lanzarla sobre Nagasaki. La bomba, de 21 kilotones, llevaba como combustible 6,4 kilos de plutonio, un elemento radiactivo artificial de mayor potencia explosiva que el U-235. Al final, Japón se rindió.

Esta es la terrible irrupción en sociedad de la energía nuclear. Por eso sigue provocando rechazo cuando se pretende usarla pacíficamente.