Lo incierto

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

12 ago 2020 . Actualizado a las 09:09 h.

La gran certeza de la infancia se construía entre las paredes aguamarina de un aula. El colegio es el primer espacio en el que tenemos nombre y apellido, relaciones ajenas al mundo previsible de los padres y una competencia por destacar y aprender que puede ser feroz. El colegio es el primer baño en las aguas turbulentas de la madurez, un chute concentrado entre el recreo y las clases de lógica de todo lo que está por venir, de lo bueno y de la oscuridad que siempre acecha.

Pero por encima de todo esto, el colegio venía siendo una certeza, una convicción protegida por la ley, porque una pizarra y un buen maestro son la cuna que mece a la civilización. En tierras hostiles hay historias épicas de niños que se juegan la vida por aprender, porque la educación es el mejor camino para ser mejores, a veces un acto de rebelión contra el sistema o contra el plan que el destino nos tenía preparado.

De todo lo que se ha tambaleado con Pandemia, la certidumbre es sin duda la gran víctima. Quedan pocas cosas de aquel mundo seguro en el que las cosas pasaban al ritmo previsible de un reloj. En aquellos años, el colegio aguardaba seguro en septiembre después del paréntesis líquido del verano; con los días confundidos y las horas revueltas. Poco se sabe hoy del próximo septiembre. De cómo van a ser los colegios y las aulas. De quiénes y cuántos van a estar. El temor contamina ahora la clase de física. Ese lugar seguro y cierto tiene ahora otras hechuras, en las que es difícil reconocer la arquitectura del mundo del que venimos y que puede que ya no regrese. Qué difícil ser un niño en Todo Esto.