Es fundamental priorizar el cuidado de las personas y de los ecosistemas

Nuria Saavedra REDACCIÓN

OPINIÓN

ACTOS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO EN BARBANZA
CARMELA QUEIJEIRO

17 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las y los verdes llevamos años señalando que la destrucción de la naturaleza tendría consecuencias en nuestras vidas. Hoy ya tenemos datos y sabemos que la contaminación y la destrucción de la biodiversidad están generando también enfermedades y matando a las personas. No son previsiones, ahora ya son datos reales contrastados.

Es un error creer que, como partido, solo pensamos en los animales y en los bosques, y que las personas pasan a un segundo plano. Trabajamos para que la vida se entienda como un todo, como un cuerpo articulado en el que si se daña a una parte afecta al resto. No solo son hechos de decisiones individuales, sino que también son consecuencias de las acciones que realizamos como colectivos y como sociedades.

Es fundamental, para construir nuestro presente y futuro como sociedad, que entendamos que nuestra vida está interconectada con todos los elementos con los que nos relacionamos a diario, directa o indirectamente. No podemos vivir al margen y no involucrarnos con lo que le pasa al resto de la humanidad, la de aquí y la de más allá, porque somos corresponsables de lo que sucede, aunque no lo hayamos causado. Por tanto, hay que trabajar solidaria y empáticamente para que todas las personas podamos acceder al agua, a una vivienda digna, a una renta básica para poder sobrevivir, a una educación inclusiva, a trabajos que sean respetuosos con nuestra propia salud y con el medio ambiente, etc. Todo esto, y más, es importante para que todas las personas podamos vivir bien en un contexto saludable, digno y justo.

La socióloga Saskia Sassen planteaba en Clacso TV, si lo que estamos viviendo con el coronavirus es un fallo nuestro por falta de previsión y maltrato a la naturaleza, o si es algo arbitrario que forma parte de la naturaleza y que hemos querido evitar, creando una realidad ficticia intocable, pero que es inevitable. Quizás ambas cuestiones forman parte de la situación actual, hemos maltratado y destruido los ecosistemas que nos protegían; y así, si un todo organizado pierde una parte, el todo se desconfigura y ya no puede cumplir el objetivo por el cual existe. Todo se descontrola. Cuando se coge una fruta de un frutero, todas las frutas se mueven y ese movimiento tiene consecuencias.

No haber cuidado los ecosistemas nos ha hecho más débiles como personas y como sociedad. En relación con esto, la socióloga Saskia Sassen se preguntaba hasta qué punto somos actores y hemos contribuido a que esta situación se haya dado. Pero ahora, solo queda aprender de lo que hemos vivido y estamos viviendo, para poder dar respuestas a lo que nos queda por vivir. Somos corresponsables con lo que está sucediendo, desde las pequeñas actitudes individuales hasta las grandes tomas de decisiones políticas, económicas y financieras.

Por otro lado, pensar que somos omnipotentes es olvidarnos o negar nuestra propia realidad humana y finita. En el ciclo de la vida, la enfermedad y la muerte están presentes. Por eso, es fundamental priorizar el cuidado de las personas y de los ecosistemas, especialmente de aquellas y aquellos que están en una situación de desventaja y de desprotección.

Quienes creemos y trabajamos por hacer realidad la Ecología Política, nos preocupamos por el cambio climático porque traerá situaciones de emergencia, quizás más duras que las que hemos vivido y nos quedan por vivir. Como en otras ocasiones, las previsiones que hacemos quieren ser realistas y no mirar para otro lado, sino prever científicamente lo que pueda suceder para ir estableciendo medidas de protección y prevención y para poder contrarrestar las consecuencias. Si nos preparamos, quienes puedan tener más dificultades podrán tener menos problemas.

Todo ello nos sitúa en un tiempo nuevo que precisa de un cambio de modelo como sociedad, un cambio social y económico, pero a la vez un cambio personal de vida y de consumo. Para que todas y todos sigamos teniendo espacio y recursos dignos, es necesario que reduzcamos nuestro consumo, que el consumo sea de proximidad para generar empleo local, que el empleo sea sostenible y saludable, respetando los derechos de quienes trabajamos y del medioambiente, que los recursos sean redistribuidos solidariamente en un espacio de convivencia pacífico e intercultural. Conocemos el camino, la cuestión es quién cree que esta es la mejor solución y ponerse manos a la obra, con cabeza y con corazón.