La cola de la pandemia

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Ballesteros

24 ago 2020 . Actualizado a las 09:24 h.

Acaso no íbamos viento en popa a toda vela en la lucha contra la actual pandemia? Recuerdo montones de declaraciones en las que portavoces del Gobierno y largas listas de asesores se desgañitaban proclamando nuestros aciertos, en la vanguardia mundial. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿En qué nueva fase de extraña evolución estamos ahora? ¿Acaso nos estamos dirigiendo con paso firme hacia algún puerto de confianza, ya identificado y seguro?

La verdad es que la situación se mantiene descontrolada y nadie del Gobierno quiere hacer declaraciones que puedan pillarlo fuera de juego. Y lo comprendo. Pero la gestión del desastre no puede desatenderse ni puede decaer. Porque ahoya ya sabemos que estamos justamente ante una calamidad pública y que los daños serán los propios de un cataclismo o de una bancarrota.

Y creo -lo repito- que el Gobierno debe hablarnos de ello con más claridad.

Lo que no tiene sentido -y que ya debiera de saldarse con resultados adversos en las urnas- es la asistencia impertérrita al progresivo descalabro de la situación en España. Porque luego será muy difícil regresar del abismo por el buen camino. Nuestros políticos debieran de concertarse para atajar la pandemia y mejorar la situación general en España. Porque somos ya muchos los que estamos hartos de sus continuas y descaradas luchas tan solo por el poder.

La mayoría de los ciudadanos tememos que la cola de la pandemia se convierta en un extraño campo de batalla en el que traten de dirimirse otros destinos políticos nacionales, con profusión de ajustes de cuentas. Podría anotar aquí muchos ejemplos o posibilidades, pero a estas alturas, insisto, ya me consta que están en la mente de todos. Se trata de evitar que el tren de nuestra democracia descarrile y que se pierdan muchos años de aciertos sociopolíticos y económicos. Para lograr el éxito en este trance es inexcusable rechazar la reyerta y buscar un entendimiento que permita recuperar la buena senda perdida. Todo lo demás hiede a desastre social y político de proporciones pandémicas.