Asturies, 8S: recuperar el control de nuestro futuro

Daniel Ripa

OPINIÓN

Técnicos sanitarios del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), trabajan en el interior de la cabina de seguridad del laboratorio de virología de este centro de referencia del Principado
Técnicos sanitarios del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), trabajan en el interior de la cabina de seguridad del laboratorio de virología de este centro de referencia del Principado J.L. Cereijido

08 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En los últimos tiempos parece que todo lo que nos rodea está marcado por la incertidumbre. La situación mundial está definida por una crisis climática que exige cambiar nuestro modelo productivo, y por la precariedad, que se ha convertido en un modo de vida para gran parte de la sociedad. La crisis económica podría agravarse, por supuesto, a consecuencia de la pandemia y de la emergencia sanitaria. Frente a este sombrío panorama, hay quienes intentan convencernos de que la única respuesta razonable es la resignación, dejarse llevar por la inercia del torrente, girando sin parar, como un molín d’agua.

Necesitamos recuperar el control de nuestras vidas: si algo deberíamos haber aprendido de la crisis de 2008 es que la ciudadanía asturiana no pudo entonces decidir su propio rumbo. Otros tomaron las decisiones y, como consecuencia de ello, al llegar a esta nueva crisis nos encontramos con que el número de millonarios se había duplicado en la última década, mientras que la gente normal había perdido sus ahorros en operaciones especulativas cuya factura aún hoy estamos pagando. Aprendamos de 2008, y afrontemos nuestros retos. Para lograrlo, para ser capaces de decidir nuestro rumbo, lo primero que tenemos que hacer es estimarnos como comunidad; estimar nuestra historia, nuestra cultura, nuestras tradiciones. Pongamos en valor nuestra identidad y reclamemos más autogobierno para Asturias, mayor capacidad de decisión política, de manera que dispongamos de herramientas con las que intervenir en la economía y garantizar nuestra soberanía productiva. ¿Acaso no hemos gestionado la sanidad pública asturiana sin envidiar en nada a cualquier otro territorio europeo? Debemos ir más allá en gestionar nuestro propio futuro. No es hora de bajar los brazos, ni de aceptar que los acontecimientos nos hagan girar como la rueda de un molín. Es hora de actuar.

Durante el confinamiento aplaudimos sin cesar a nuestro personal sanitario y de atención a la dependencia, pero ha llegado el momento de transformar los aplausos en políticas, no les podemos pedir un nuevo sobreesfuerzo basado en la improvisación, ni permitir que vuelvan a trabajar sin los medios necesarios, y sin personal suficiente. Debemos invertir en sanidad, educación, dependencia… Paradójicamente, los mismos discursos que invocan de manera excluyente el nombre de la patria tienden a atacar los pilares sobre los que se edifica la esencia misma del país. Curiosa manera de defender la nación, negando nuestra sanidad o educación públicas. Por el contrario, para hacer país lo que tenemos que hacer es corresponder a los esfuerzos de quienes nos han cuidado, mayoritariamente mujeres, con políticas redistributivas; con solidaridad. Ahora toca que todas las grandes fortunas y patrimonios, que no han dejado de crecer durante la crisis, devuelvan una pequeña parte de lo recibido. Nuestro estado del bienestar se paga o con la contribución de los que más tienen, o con recortes cuya consecuencia sea una sanidad, dependencia y educación low cost.

Apostar por lo común nos permite asumir nuestra responsabilidad ante el futuro. ¿Cuántas noches deben pasar sin dormir nuestros trabajadores de la industria (de Vauste, Arcelor, o Alu Ibérica) por temor a deslocalizaciones y fondos buitre antes de que asumamos la necesidad de la participación pública para proteger el empleo y garantizar el futuro? ¿Cuántas explotaciones del sector primario desaparecerán antes de que apostemos por la soberanía alimentaria y la venta directa y de cercanía? A quienes decían, hace décadas, que la mal llamada reconversión industrial estaba destruyendo nuestra industria sin plantear alternativa, se les hacía callar. Hoy, ante una nueva crisis productiva, deberíamos escuchar a quienes plantean modelos alternativos.

Pero nenguna comunidá ye quien a llevantase ensin arguyu y ensin confianza. Esti Día d'Asturies ye más importante que nunca recordar la importancia de les nuestres señes d'identidá. Defender la llingua asturiana y el gallego-asturiano ye defender Asturies, ampliar los sos horizontes, cellebrar lo que nos xune, independientemente del idioma nel que podamos o decidamos espresanos. La llingua ye un derechu de la ciudadanía asturiana, pero tamién una ayalga de la que tenemos que presumir, col mesmu arguyu llexítimu col que presumimos de la llucha de los mineros, del valor d'Anita Sirgo y Aida de la Fuente, de Margaritas Salas y Carlos López Otín, o del Paniceiros de Xuan Bello, onde'l mieu a falar de la guerra llevaba a la so población a una propensión hacia'l mitu. En Podemos Asturies tamos arguyoses y arguyosos de llevar alantre, xunto con Izquierda Xunida, los trámites pa la reforma del Estatutu d'Autonomía na llexilatura anterior. Foi un puntu de partida históricu que tien que tener continuidá cola aprobación de la oficialidá del asturiano y del gallego-asturiano. Porque la llingua nun ye patrimoniu de nengún partíu políticu.

Es necesaria una agenda legislativa de protección social y económica que nos dote de herramientas para afrontar esta crisis y recuperar el control de la economía, y que culmine en una reforma del Estatuto de Autonomía, que blinde derechos sociales y lingüísticos e incremente el autogobierno. Serán necesarios consensos entre todos los partidos para buscar puntos en común que faciliten que Asturies pueda afrontar mejor, con autonomía, los retos futuros.

Si en algo deberíamos estar de acuerdo todos y todas, es que en Asturies no sobra nadie; al contrario: falta mucha gente. Demasiada. A quienes se fueron, lo mínimo que podemos decirles es que vamos a trabajar para que regresen; que estamos ante un momento histórico, donde en pocos meses puede decidirse el futuro de una generación entera. De nuestras decisiones depende que tomemos el control o que nos resignemos ante la incertidumbre. Y Asturies no tiene por costumbre resignarse. No nos resignamos en el 34, cuando las fuerzas obreras llevaban un mundo nuevo en sus corazones; no lo hicimos en la huelga del 62, ni bajamos los brazos frente al ataque del neoliberalismo contra nuestra industria, ni tras el 8M en la búsqueda de la igualdad.

Recuperar el control es recuperar el orgullo, pero también la memoria. Algunos compatriotas están muy lejos; a otros se les intentó condenar al olvido. Hoy deberían haber recibido póstumamente la medalla de oro de Asturies los guerrilleros que lucharon contra la barbarie fascista, saludados como héroes nacionales en Francia o Alemania, pero no en su tierra. Cristino García Granda, Felipe Matarranz, Juan Antonio Alcalde y Vicente García Riestra. Asturies les debe reconocimiento. Porque ellos no se rindieron ante las circunstancias más terribles, y tampoco deberíamos resignarnos hoy a ser víctimas perpetuas de la incertidumbre. Este 8 de septiembre no puede ser un día más; tenemos la responsabilidad de hacer que esta fecha se recuerde como el día en el que Asturias inició su reconstrucción; orgullosa de su pasado y esperanzada ante su futuro.

Daniel Ripa es secretario general de Podemos Asturies