Palabrería política

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa MI QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Borja Puig

07 sep 2020 . Actualizado a las 13:31 h.

Los discursos de nuestros políticos están llenos de una palabrería esperanzadora que parece avanzar en dirección contraria a la realidad que vivimos. Sin ir más lejos, el presidente Sánchez ha sido contundente el pasado día 31 de agosto en un acto en la Casa de América. «Si España quiere, España puede». Y añadió: « Pero tenemos que pelear muchos, y cuantos más, mejor». Todo ello junto con otras expresiones de ánimo más o menos razonadas. Porque una cosa son las frases de un sonriente presidente del Gobierno y otra los mensajes que emite nuestra realidad, por ejemplo desde la Bolsa, básicamente desmotivantes. Y es que los deseos y la realidad aún no se han conciliado. Parece lógico que nuestros líderes políticos prediquen la esperanza y que sonrían esperanzados, mientras prodigan mensajes de unidad, porque, según ellos, «España puede: recuperación, transformación y resiliencia». Es como si se estuviese dando el pistoletazo de salida a una carrera septembrina en un espacio todavía contagiado por un virus de incierto futuro entre nosotros. Se trató, pues, de un acto oportuno y necesario.

Pero también hay que decir que actos como este, con nutrida presencia de banqueros y de grandes empresarios, no son más que la expresión de un deseo compartido, es decir, de un anhelo nacional. Ahora hay que demostrar que se sabe dirigir la nave, sobre todo desde la política. Porque la realidad es que, hasta hoy, el talento y la eficacia de nuestros políticos aparecen demasiado vinculados a sus intereses partidistas y nunca lo suficiente a los nuestros. Algo que desmerece su labor y empaña nuestra fe en sus propuestas, casi siempre enturbiadas por sus ventajas, provechos o beneficios. Que es lo contrario de lo que debería ser en estas horas flacas e inciertas.

Los españoles en general compartimos los mayores deseos de acierto para lograr salir cuanto antes de la plaza de los contagios. Nuestros políticos lo saben, sí, pero son demasiados los que quieren casar esa buena salida con sus ventajas futuras. Algo lamentable, porque las ventajas que pretenden solo pueden alimentarse de sus aciertos en la guerra contra el virus y contra los desastres económicos que este nos está causando. ¡A ver si se dan cuenta!