Sembrando sueños

Graciano García

OPINIÓN

Juan Carlos I, con Adolfo Suárez y un joven príncipe Felipe
Juan Carlos I, con Adolfo Suárez y un joven príncipe Felipe

13 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Fundación Princesa de Asturias siempre hemos creído, y hace ya cuarenta años que venimos haciéndolo, que por medio de nuestros premios reconocemos a quienes trabajan y se esfuerzan cada día para construir un mundo mejor para todos. Lo hacemos, además, como se escribió en la Antigua Grecia, «para que ni los sucesos de los hombres con el tiempo lleguen a extinguirse ni las obras grandes y admirables queden no celebradas». 

La heroica labor de los sanitarios españoles frente a la pandemia, la inolvidable música que Ennio Morricone y John Williams han escrito para tantas películas, el fomento de la cultura y, en especial, de la literatura, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y del Hay Festival of Literature & Arts, las lúcidas y fundamentales teorías económicas de Dani Rodrik, la brillante carrera deportiva de Carlos Sainz, la belleza de las obras de la escritora Anne Carson, los imprescindibles y trascendentales estudios de los científicos Yves Meyer, Ingrid Daubechies, Terence Tao y Emmanuel Candès y el trabajo esforzado y solidario de Gavi, the Vaccine Alliance son los admirables ejemplos que en esta edición reconocemos y homenajeamos. 

La Fundación siempre ha trabajado con la vocación de traspasar fronteras y con altura de miras. Muchas personalidades de todo el mundo han expresado su admiración por nuestra obra, como Gabriel García Márquez, a quien le fascinaba la forma de ser de los asturianos, nuestra pasión por la tierra, nuestra forma de amarla y reconstruirla cuando estamos lejos de ella. Una actitud que él consideraba que no existía en ningún otro lugar del mundo. Quizá exageraba, como buen escritor, pero sí es cierto que la Fundación ha crecido y se ha engrandecido con el paso de los años gracias, en muy buena medida, al cariño, cuidado y admiración de los asturianos. Son hechos que conozco muy bien, pues he estado muchos años al frente del día a día de la institución y porque yo fui quien tuvo la idea de crear los galardones. 

Lealtad a los más altos valores, alegría de la libertad y esperanza en el futuro son los tres fundamentos sobre los que se asienta la Fundación. Lo expresó con hermosas palabras S.M. el Rey en uno de sus discursos en el Teatro Campoamor: «Aquel 24 de septiembre de 1980 -y en una época bien difícil- nació en Asturias una esperanza. Esa esperanza sigue viva, porque nuestros Premios son hoy una realidad admirada y respetada en todo el mundo. Y hoy, más que nunca, los seguimos necesitando como estímulo e inspiración en estos tiempos cruciales, tiempos intensos y de renovación. Pues la sociedad necesita referencias morales a las que admirar y respetar; principios éticos que reconocer y observar; valores cívicos que preservar y fomentar».

Una obra en la que siempre hemos sabido que sembrando sueños se llega lejos.

*Graciano García es director emérito de la Fundación Princesa de Asturias