Navidades raras

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

ALBERTO LOPEZ

20 oct 2020 . Actualizado a las 09:36 h.

Cuando finalizó el confinamiento el presidente jaleó a ciudadanos a divertirse y desquitarse del esfuerzo realizado. Ahora, encarando las fiestas de Navidad y tras un veraneo fallido, el ministro de Sanidad aprendió la lección y se curó en salud previniendo un futuro inmediato muy complicado y unas Navidades raras. Se equivocó el presidente y se equivoca el ministro. Para los que hemos vivido la Navidad normal, es decir, con toda su parafernalia divina y humana empapada del llamado «espíritu navideño» aquellas Navidades eran días de convivencia estrecha del núcleo familiar primario alrededor de los mismos símbolos, de paparotas tradicionales, hogares engalanados y regalos de andar por casa. A nadie se le ocurría profanar los rituales sirviendo shushi en Noche Buena, pocos comían fuera en Navidad o despedían el año en Bali.

La Navidad era básicamente eso, un ritual, una forma simbólica de cohesionar una sociedad; un gran significante que sin transmitir nada en particular, permitía a la comunidad reconocer en él sus señas de identidad y permanencia.

En la actualidad los rituales se han ido extinguiendo sustituidos por un ejercicio masivo de consumo que difumina lo comunitario. A través de los ritos simbólicos repetitivos una comunidad percibe lo duradero y atenúa las contingencias. «Los ritos son al tiempo lo que la morada es al espacio» (Saint Exupery). Los ritos son técnicas simbólicas de fijación en el hogar, le dan estabilidad a la vida y la hacen percibir como duradera gracias a la repetición. No señor ministro, las raras son (eran) las Navidades de ahora, con belenes conceptuales, ciudades de «leds», y diásporas familiares. El covid va a regresarnos a la normalidad del rito simbólico comunitario y familiar que era la Navidad, ya lo verá.